Martí me despierta la inspiración de manera permanente. Con su ejemplo crecí y continúo mirando al futuro, tomando como base todo aquello que nos legó
Martí me despierta la inspiración de manera permanente. Con su ejemplo crecí y continúo mirando al futuro, tomando como base todo aquello que nos legó, en su afán de que las personas fuesen mejores seres humanos.
La predica martiana rebasa épocas y fronteras. Donde quiera que haya un cubano digno, la figura del apóstol se inserta y hace crecer sentimientos y valores, porque en él, se trataba de eso, de crecer y de crecerse.
Al estudiar a Martí penetré en un mundo dotado de cuantas cosas buenas de puedan conocer. Vi cerca de mí, al patriota, al amante de la naturaleza, de los niños, al eterno defensor de los pobres, al que nunca reparó en color de la piel, porque para él todos eran iguales independientemente de su raza.
Sus palabras…” Hombres es más que blanco, más que mulato, más que negro… lo ponen de manifiesto , y es que en su mente, solo existía una: la humana.
Este gran pensador, odió la esclavitud, amó la independencia por la que ofrendó su vida, fue periodista, escritor y no dejó un espacio libre sin expresar su profundo apego a la tierra que lo vio nacer, sin hacer palpar en cada detalle su admiración por la mujer, por las madres, por la belleza.
En una de sus cartas a María Mantilla, desde muy niña me hizo entrever con claridad la importancia de ser sencilla y de hacer valer la belleza interior más que aquella propia del ropaje o de las prendas.
Para la posteridad pasaron aquellas frases: …”Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada. Mucha tienda, poca alma. El que tiene mucho adentro, necesita poco afuera….”
Y del antimperialismo, como una de las fases fundamentales de su ideario, mucho puede decirse.
El llamado a la unidad, a dormir con las armas de almohada, a andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de Los Andes, lo mostraban como el férreo defensor de una idea justa alejada de la mala intención del enemigo del norte, al que como expresara, al vivir en él, le conoció las entrañas.
Con extrema claridad ante el inminente peligro, expresó:” “Los árboles se han de poner en fila para que no pase el gigante de las siete leguas”.
“Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”. El ensayo Nuestra América así lo recogió y similar a esta frase, otras, nos conducen aún al combate.
Lo cierto es que Martí sigue ahí como una fuente inspiradora. El autor intelectual del Moncada vibra en cada meta que apunta al porvenir, en cada sonrisa de los niños, en el empeño de vida de cada anciano, en cada lugar donde haya un gesto noble.
A 124 años de la muerte de Martí, lo sentimos vivo y firme. Es maestro de cientos de batallas, donde quiera que haya un soldado a favor de la patria, un amante de la paz y de la solidaridad, de lo bueno, está Martí.
Por eso y mucho más, lo admiro y elogio, por ser grande entre los grandes.