En Chávez confluyeron su espíritu independentista devenido en lucha por los suyos y junto a los suyos, la constancia y firmeza de sus ideales
Una noticia, calaba con profunda tristeza en el corazón de los cubanos y cubanas que aprendimos a querer y a valorar su impronta guerrillera. Fue el cinco de marzo de 2013 a las 17:20 hora de Venezuela, cuando el Vicepresidente Nicolás Maduro anunciara en Cadena Nacional, el fallecimiento de Hugo Chávez, ocurrido a las 16:25 del mismo día en el Hospital Militar de Caracas.
No hubo espacio para la despedida, para el adiós menos deseado. El manto de la muerte se llevaba al mejor amigo de Cuba, a quien enraizó en el seno del pueblo, que mucho lo quiso y admiró por su más ferviente amistad y el más noble concepto de hermandad entre dos naciones.
De él aprendimos a amar su desbordante inteligencia, su carácter afable que lo hacía cantar ante multitudes y seguidores, su apego a los niños, su invencible decisión de vivir y morir junto a su pueblo, ese que hoy lo reverencia.
En Chávez confluyeron su espíritu independentista devenido en lucha por los suyos y junto a los suyos, la constancia y firmeza de sus ideales, la rectitud ante amenazas y planes desestabilizadores que intentaban echar por tierra su Bolivariana Revolución.
Nada debilitó su estirpe mambisa, su figura de acero que vibra como símbolo de compromiso y justicia social, de defensor de los pobres.
Han pasado ocho años de su partida hacia la inmortalidad y aún merodea en cada lugar donde se yergue una idea justa, donde crece la ternura bañada de esperanza, allí, en el sitio en el que se alberga la batalla por el bien común.
Gracias Comandante por tu presencia viva, por mostrarnos que una mano amiga, tiene la fuerza poderosa de unir y fortificar el porvenir, de abrir brechas con olor a futuro.
Dejaste el legado de tu valía extraordinaria, el saber eterno de tu voz que alimenta cada contienda, tu preclaro pensamiento apegado a los tuyos a favor de la libertad.
En el Cuartel de la Montaña, yace tu cuerpo con ese linaje titánico que jamás dejaremos que parta. Y es que sabemos que Bolívar, Martí y Fidel, te contemplan orgullosos, junto a millones del orbe.
Marelis Corvea
