El impetuoso desarrollo del proceso revolucionario cubano, que alcanza ya 60 años, y su constante dinámica requieren de una nueva formulación constitucional que esté a tono con la realidad que vive el país.
El impetuoso desarrollo del proceso revolucionario cubano, que alcanza ya 60 años, y su constante dinámica requieren de una nueva formulación constitucional que esté a tono con la realidad que vive el país.
La implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido, los objetivos de su I Conferencia Nacional, las decisiones adoptadas en el VII Congreso, y todas las acciones derivadas de la actualización del modelo económico cubano, son elementos que posibilitan la realización de una nueva Carta Magna.
Las medidas, decisiones y acuerdos implementados en bien de la sociedad justifican reformular la Constitución.
Nuestro país no es el mismo de hace varios años y varias de las políticas trazadas y en pleno funcionamiento, no tienen su amparo en la actual Ley de Leyes.
La nueva constitución, retrato de nuestra sociedad
Los cambios en la situación internacional del último cuarto de siglo y las formas en que Cuba se relaciona con el mundo bajo un criminal bloqueo económico recrudecido, obligaron al Estado cubano a trazar nuevos derroteros y mecanismos para lograr adecuarse a esas relaciones globales y continuar su desarrollo manteniendo las conquistas revolucionarias.
Por eso es necesaria una nueva Constitución. Es una urgencia y necesidad también, ante ese panorama, incorporarnos con nuevas estrategias y objetivos a convenios comerciales y económicos predominantes.
Además, nuestra sociedad es hoy mucho más culta, diversa y compleja que la de hace medio siglo y ello impone un marco constitucional más inclusivo que lo refleje. La nueva Carta Magna será pues un retrato de la realidad cubana actual.