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¿Qué debemos saber sobre la infertilidad masculina?

Acostumbrados a dar por sentado que el tema de los límites de edad para llevar adelante la reproducción es «cosa de mujeres» –en tanto el hombre puede esperar hasta los años más avanzados de su vida adulta para poder engendrar un hijo o hija sin mayores contratiempos–, sorprendería quizá a muchos saber que al igual que sucede con la mujer, los hombres presentan afectaciones en la fertilidad cuando se acercan a la edad mediana de la vida.

Las investigaciones científicas al respecto dan cuenta de que con la edad hay una reducción lenta pero progresiva del volumen seminal, una disminución de la concentración espermática y un aumento del estrés oxidativo.

Todo ello indica que el reloj biológico y el conteo regresivo para aquellos que quieren tener descendencia también emite sus alertas, pues aumenta además la posibilidad de que los espermatozoides tengan una alteración genética.

Sin embargo, más allá de la importancia de tener en cuenta lo anterior, es necesario llamar la atención sobre la infertilidad masculina en cuestión; a menudo un aspecto invisibilizado, y que trasciende las fronteras médicas para convertirse en un problema social por el impacto sicológico que tiene en los hombres, la pareja y la vida cotidiana.

«La infertilidad se define como la incapacidad que tiene una pareja, en edad reproductiva, para conseguir descendencia, tras un año de relaciones sexuales estables, sin protección anticonceptiva», apunta al respecto el doctor Ramiro Fragas Valdés, especialista de primer grado en Urología y máster en Sexualidad de la Clínica Central Cira García, y profesor auxiliar de Urología del Hospital Universitario Comandante Manuel Fajardo, de La Habana.

Numerosos estudios refieren que el 15 % de las parejas en edad reproductiva presentan infertilidad primaria, es decir, que nunca han logrado un embarazo. Se dice que la mitad de ellas tienen un origen masculino, y entre un 25-30 % es de carácter idiopático (desconocido, cuando no puede ser identificada una causa evidente).

Datos del Departamento Materno Infantil del Ministerio de Salud Pública estiman que en Cuba hay alrededor de 100 000 parejas infértiles; la causa de infertilidad masculina propiamente tiene un peso del 30 %, y en otro 30 % el hombre está implicado junto a la mujer.

«Es muy importante dejar claro que debe haber un manejo multidisciplinario de la pareja infértil, por tratarse de un fenómeno multifactorial y de pareja, donde están involucradas varias especialidades: ginecología, endocrinología, urología, especialistas de salud mental (sicología, siquiatría, trabajadores sociales), genética, inmunología, biólogos, embriología, imagenólogos, patólogos, laboratorio clínico, anestesiólogos, enfermeros, entre otros. La infertilidad es un problema de pareja, que debe ser estudiada simultáneamente», apuntó.

Los factores de riesgo que afectan la fertilidad en el hombre –de acuerdo con el especialista– son variados y, además de las alteraciones genéticas conocidas o no, van desde la disfunción eréctil (pues los tratamientos que se utilizan para esta, como el uso de la testosterona, pueden llegar a afectar la capacidad del testículo para fabricar espermatozoides), los estilos de vida, el uso de determinados medicamentos, el consumo de drogas (marihuana, cocaína, alcohol, heroína), el tabaquismo (que afecta fundamentalmente la morfología y la movilidad de los espermatozoides); hasta la obesidad, las enfermedades infecciosas como las de transmisión sexual, las enfermedades crónicas o sus tratamientos (diabetes mellitus, hipertensión arterial, insuficiencia renal crónica, lupus eritematoso sistémico, sarcoidosis, arteriosclerosis), los tratamientos oncológicos, como la radio y quimioterapia, o los traumas.

Otros factores considerados ocupacionales afectan y disminuyen algunos parámetros de la calidad del semen como el volumen, la motilidad de los espermatozoides (movimiento) y su morfología. Tal es el caso de la exposición a altas temperaturas, agentes químicos, radiaciones ionizantes, vibraciones, ruidos, metales pesados, electricidad, ultrafrecuencia de ciertos radares. Asimismo, el estrés y la edad avanzada por sí solos pueden ser un factor de riesgo.

En el caso específico del varicocele, que consiste en la dilatación y/o insuficiencia de las venas espermáticas en el testículo, el entrevistado mencionó que es la causa aislada más frecuente de infertilidad en varones, por lo que su tratamiento es esencial cuando se demuestre que es la causa de la infertilidad.

Especial énfasis otorgó el doctor Fragas Valdés al tratamiento y apoyo que deben recibir los hombres en los servicios de atención a la pareja infértil, pues con frecuencia manifiestan angustia y depresión.

Históricamente, la construcción de la masculinidad hegemónica ha equiparado la virilidad del hombre con el hecho de ser padre. De ahí que con frecuencia muchos muestran reticencia a enfrentar el problema, sienten temor de que se conozca públicamente, y en múltiples ocasiones se niegan a la realización de cualquier estudio (como por ejemplo el espermograma), o incluso a asistir a consulta, pues lo consideran «asunto de mujeres». Las más de las veces ello deriva en tensiones y conflictos con la pareja que pueden llevar incluso a la separación.

Cuba, dijo el especialista, cuenta con un Programa de atención a la pareja infértil, que tiene como puerta de entrada al consultorio del médico de la familia y las consultas, de infertilidad, presentes en cada municipio.

Aquellas parejas que desean tener hijos y que por algún motivo no lo han logrado después de mantener relaciones sexuales frecuentes por más de un año, deberían acudir a estos servicios, y ello incluye, por supuesto, a los hombres, concluyó el entrevistado.

Tomado de Granma

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