Otra vez ofrezco mis bendiciones a la grandeza del ser humano que inspira, alienta y desarrolla el palpitar de la tierra. Nada como la especie que representamos, carga fuerzas y honores para definir extraordinarias hazañas.
Los Vegueros de Pinar del Río, más que un equipo de béisbol, son un símbolo que se levanta, entre historias y espadas, capaces de llevarnos de la mano por un presente y un futuro, cada vez más promisorio.
Considero necesarios estos párrafos iniciales, porque el multi campeón no ha muerto, terminó una batalla feroz que no puede considerarse perdida, cuando con botas de gallardía se transita con dignidad.
A los aficionados de Pinar del Río, Cuba y el mundo, gracias por extender el apoyo solidario al conjunto verde amarillo, a sus bravos guerreros, hijos de una historia inmortalizada como las turbulentas aguas de los ríos.
Cuando se pierde así, derribando pronóstico, todo resulta más fácil de entender. Los pinareños se crecieron y en buena lid se incluyeron entre los ocho, y después la hicieron más grande, se alinearon entre los mejores cuatro de Cuba, a puro corazón.
-Quien lo iba a decir, claro que nadie lo imagino- con la plantilla que jugamos la temporada 60, era imposible pedir peras a la caña brava
Conozco que no todo fue obra perfecta, pues existen aspectos que pudieron ofrecer mejores dividendos, pero señores hubo combate y frente a rivales gallardos como por ejemplo Granma, no se entregaron jamás las armas.
No es la primera vez que perdiendo se gana. Vegueros de Pinar del Río, hagamos de este nuevo rayo de luz, victorias futuras que los seguidores de la maquinaria vueltabajera esperan.
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