Los Leñadores de Las Tunas, jugando mejor a la pelota, se colocaron a dos triunfos más de ser, por primera vez, los campeones del béisbol cubano.
Solo les faltan dos triunfos más. Los Leñadores de Las Tunas, jugando mejor a la pelota, apelando a todo, desde un cuadrangular hasta un squeeze play, volvieron a derrotar este domingo a los Leopardos de Villa Clara y se colocaron a dos triunfos más de ser, por primera vez, los campeones del béisbol cubano.
El mentor Eduardo Paret introdujo para el segundo juego cambios en su alineación por la presencia en el box del zurdo camagüeyano Dariel Góngora, colocando a Yunior Paumier como segundo en la tanda, César Prieto bajado al noveno turno para dar entrada al antesalista Yeniet Pérez como sexto bate.
Pablo Civil mantuvo el orden al bate del choque anterior, en parte porque las formaciones ganadoras no admiten cambios y en segunda porque de sus nueve jugadores al bate solo uno es zurdo, Jorge Jhonson, con lo cual el siniestro artemiseño Misael Villa enfrentaría a ocho derechos.
Fueron dueños desde el inicio
Los Leopardos rugieron temprano al marcar una en el primero y dos más en el segundo, la primera remolcada por cuadrangular de Carlos Benítez al bosque izquierdo, y otra fletada por doblete de Prieto halando la bola para su mano.
Pero los dueños de casa aumentaron la emoción en el final de la segunda entrada, al reducir la diferencia a una, combinando los sencillos de Jorge Alomáy Yasiel Santoya con un par de bases por bolas, un pasbol y un roletazo de Yunieski Larduet al campo corto.
Hubo tranquilidad en la pizarra durante un par de capítulos, pero en la parte baja de la quinta los Leñadores volvieron a la carga. Primero fue el cuadrangular de Jhonson al jardín derecho, echando abajo la famosa teoría de zurdo contra zurdo, con la cual, dicho sea de paso, nunca estaré de acuerdo. Ya era hora de reemplazar a Villa, después del tubey de Yosvani Alarcón, y Paret envió al montículo a Yosvani Torres –otro abridor convertido en relevista– y el saludo no pudo ser más irrespetuoso, cañonazos de Ayala y Alomá, el de este último al jardín central, que impulsó la ventaja, para regocijo de la entusiasta afición tunera.
Complicaciones pero sin consecuencias
Pero Torres duró lo que el clásico «merengue en la puerta de un colegio» y ya en la sexta abandonó el box, luego de dejar corredores en segunda y tercera con un out. Wilson Paredes llegó a la bien llamada «colina de los tormentos» e, igualmente, los ganadores lo recibieron sin cortesía, con un metrallazo de Jhonson para remolcar dos y colocar la pizarra 6-3 a favor de la tropa del mentor Pablo Civil.
Mientras esto sucedía, en la trinchera de los tuneros el zurdo Góngora se recompuso luego de su mal inicio, combinando curvas y rectas bajitas a las esquinas, para caminar durante todo el segundo tercio sin aceptar carreras.
En el séptimo se complicó y necesitó la ayuda de Yoelkis Cruz, quien no las tuvo todas consigo contra los dos primeros bateadores, pero con las bases llenas y un out obligó al siempre peligroso William Saavedra a batear para el primer doble-play del encuentro en el momento que más falta hacía.
Dos anotaciones más facturaron los orientales en la parte baja de esa entrada, haciendo gala de velocidad en las bases, en buena medida gracias al cambio de receptor de la escuadra azucarera, pues robaron base, tocaron la bola y remataron con una perfecta jugada de squeeze play ejecutada por Andrés Quiala con los ángulos congestionados. Era la puntilla de un equipo grande en su concepción del juego.