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Campesino de la provincia de Pinar del Río pondera importancia de la Ley de Reforma Agraria

Cuando Fidel Castro promulgó la Primera Ley de Reforma Agraria el 17 de mayo de 1959, Francisco María Miranda González tenía apenas 19 años y poco entendió al inicio lo que significaba; pero hoy no duda en agradecer la entrega de tierras a quienes la trabajaban.

Nosotros éramos jornaleros y cuando triunfó la Revolución mi padre recibió la vega en propiedad. Fue entonces que comenzamos a ver el verdadero fruto de nuestro empeño, pues cada palmo ya pertenecía al que sudaba por él, explicó el productor octogenario.

En la zona Las dos ceibas, en el kilómetro 41 de la carretera de Luis Lazo, su área cultivable se encuentra protegida por mogotes y aunque Pancho hoy permanece alejado de las labores agrícolas a causa de una trombosis venosa en una de sus piernas, no duda en aconsejar a las nuevas generaciones.

El campesino que pueda sembrar una mata de calabaza, un surco de boniato, maíz para aportarlo al pueblo, debe hacerlo; esa es la acción más digna y honrada, aseveró a la ACN quien en 1964 adquirió sus propias tierras.

Los suelos requieren protección, que se aplique cada práctica correctamente, se empleen productos naturales y se evite la contaminación ambiental, dijo el integrante de la Cooperativa de Créditos y Servicios Nicolás Torres del norteño municipio de Minas de Matahambre.

Esas preocupaciones son las que actualmente rondan su mente, porque hace poco más de seis décadas el líder cubano se encargó de resolver uno de los problemas expuestos en el Programa del Moncada, el de la tierra; y desde entonces ha sido dignificado y escuchado cada campesino en la mayor de las Antillas.

Con libros de cabecera como Cien horas con Fidel y Primavera silenciosa- de Ignacio Ramonet y Rachel Carson, respectivamente- Miranda González constituye un conocedor de variedad de temas y lo demuestra a cuantos llegan a su hogar.

Su primera cosecha de tabaco llegó a comienzos de la década de 1960 y a partir de ese momento lo acogió cual cultivo principal; en tanto advierte las peculiaridades de ese rubro exportable para obtener rendimientos favorables y al cual hay que dedicarle el debido tiempo.

Además, se dedicó a otros con los cuales pudo tributar al esfuerzo por lograr el autoabastecimiento municipal, siempre consciente de la necesidad de garantizar la alimentación del pueblo.

A propósito del aniversario 60 de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) recibió el sello José Ramírez Cruz, un reconocimiento a toda una vida dedicada al surco que tuvo un nuevo comienzo aquel 17 de mayo de 1959.

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