Cada Primero de Junio los cubanos desaceleramos el paso de la jornada cotidiana para besar en la frente nuestros niños y niñas.
Sandino- Cada Primero de Junio los cubanos desaceleramos el paso de la jornada cotidiana para besar en la frente a esos brotes reverdecidos de la nación que son nuestros niños y niñas. Abrazamos a los más pequeños con una voluntad creciente de favorecerles la vida, esa que crece desde una seguridad que no puede ser perturbada.
Cuando miles de infantes en otras regiones del planeta carecen de los motivos para sonreír, a los niños cubanos les sobran razones.
Ser niño en Cuba es un privilegio. Aquí no tienen que trabajar para subsistir, no pasan grandes necesidades, ni son objeto de un mercantilismo que muchas veces pone en peligro sus propias vidas.
Mientras en muchas partes del mundo, las noticias dan cuenta del maltrato a que son sometidos los niños de la calle, en esta pequeña isla, los infantes muestran felicidad porque para ellos es derecho conquistado lo que para otros es sueño, quimera.
Y cada mañana de camino a la escuela es una fiesta, fiesta de uniformes multicolores, de seguridad de que llegarán al aula y encontrarán a sus maestros que responden por la enseñanza obligatoria y gratuita; para dar respuesta a todas las necesidades de aprendizaje por muy especiales que sean.
En Cuba no se escatiman recursos, esfuerzos o estrategias para conseguir el propósito de una niñez bien preparada.
Hay que ver la cara de los niños cuando enferman y hay que acudir al médico; ni ellos ni sus padres deben preocuparse por cuánto costará la consulta, pues en los hospitales Pediátricos que se multiplican en todas las provincias e incluso en no pocos municipios, encuentran profesionales dispuestos a darlo todo por el pronto restablecimiento.
Compartamos con los pequeños esa felicidad que es también nuestra, vivamos con ellos la tranquilidad del porvenir asegurado y cantemos porque en Cuba cada amanecer es feliz.
