ComentarioCOVID-19

La COVID_19 una enfermedad que aún escribe su historia

No se ve entre quienes obvian que la COVID-19 deja secuelas, y también mata. La olvidan los irresponsables quienes no aman la vida.

Acatar las medidas sanitarias tiene que ser la regla ya que no podemos permitir que la COVID-19 escriba su historia. Aunque bien aprendidas esas medidas por la mayoría de la población, persiste un grupo que desafía el peligro.

Y lo hacen como si no fuera un delito mayor poner en riesgo la vida de los demás, y echar por tierra el trabajo ininterrumpido del personal de salud.

Los números saltan uno y otro día hasta llegar a un récord que duele: más de 7 mil personas diarias contagiadas con el Sars-Cov-2 en sólo una jornada.

Reflexionemos todos

Más de un año ha pasado desde que el virus llegó a Cuba. Lucen distantes aquellos momentos en que dos centenares de casos dejaban un mal sabor de boca. Entonces detenían el transporte y vaciaban las calles a pura conciencia.

Ahora, cuando el peligro es mayor y nuevas cepas circulan en la Isla, unos se estremecen con las estadísticas y otros protagonizan escenas increíbles en medio de una pandemia.

Poco a poco regresan los viajes a la playa, las visitas y hasta las fiestas. Cada vez más bajan los nasobucos en plena calle, otra vez los carros se mueven con personas más de las que deben y en las carreteras no pocos puntos de control sanitario parecen carpas decorativas.

Se llama falta de percepción de riesgo.

Esa falta de percepción de riesgo está ausente en las familias que permiten a sus hijos jugar en las calles.

También en aquellas que alzaron sus voces en redes sociales para pedir la detención del curso escolar. En los que creen que, a mí no me tocará y así innumerables ejemplos de esa falta de percepción de riesgo

Igualmente puedo mencionar que la percepción de riesgo escasea en quienes violan los protocolos sanitarios y ocultan información a la hora de declarar sus contactos.

En otros que asisten a los centros laborales con síntomas respiratorios y en los jefes que lo permiten.

No se ve entre quienes obvian que la COVID-19 deja secuelas, y también mata. La olvidan los irresponsables quienes no aman la vida.

En resumen

Si algo hemos aprendido los sandinenses, cubanos todos, en los últimos meses es que vencer al virus parte de una cuota importante de compromiso personal, pero también de mandato y constancia.

Por todo lo anterior me siento en el deber de decir que, ya sea en el barrio, al interior de las comunidades, en los centros de trabajo o dentro de las viviendas, la percepción del riesgo que implica convivir con la COVID-19 es esencial para vencerla.

Y necesita, sobre todas las cosas, de esa voluntad individual para frenar en cada espacio posible a una enfermedad que aún escribe su historia.

Movilidad mínima en Sandino para combatir la Covid 19

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