La unidad y la integración de los pueblos de América Latina eran fundamentales en la visión estratégica del líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz. Su mente la ocupaba casi todo el tiempo en poder lograr la unión política y económica entre las naciones, su desarrollo y evitar así la influencia de Estados Unidos.
Para él no era más que el único camino de supervivencia de los pueblos. Eso, al mismo tiempo daría continuidad a los planteamientos de importantes líderes de la independencia como Simón Bolívar y José Martí. De manera que solo la unidad frente a los problemas que confrontan hoy y las acciones a desplegar pueden establecer el necesario equilibrio.
Frente a esto está la concepción de que, más temprano que tarde, muchos lo irán adoptando sobre la base de la cooperación y la solidaridad, único modo de encontrar el camino para el fortalecimiento de las potencialidades porque, como bien expresara el Comandante en Jefe en una ocasión, «la naturaleza nos dio riquezas insuperables y la historia nos dio raíces, idioma, cultura y vínculos comunes como no tiene ninguna otra región de la Tierra.»
Su legado, con plena vigencia en la actualidad, constituye nuestra arma espiritual, nuestra bandera de combate frente a la política agresiva del enemigo del Norte. Y esto claro está, con un enorme costo en vidas humanas ante tal riesgo y sus intentos de que los muertos los pongan siempre los agredidos. Pero en el momento en que el poder hegemónico mundial se empeña a fondo en consolidar un modo único a nivel planetario, no pocos dan muestras de su madurez y de su responsabilidad con el futuro. De hecho se han plantado firmes para impedir que barra con la soberanía de los estados y de paso a su exterminación con sus respectivos gobiernos.
Cuba es un ejemplo fehaciente e importante ha sido el hecho de que a pesar de que el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, sigue en pie de lucha. Todo el mundo lo sabe y en la práctica, como criterio valorativo de la verdad, significa vencer obstáculos e incertidumbres a sabiendas de que no será fácil al decidir por la consolidación del socialismo para hacerlo todavía más justo, más humano y eficiente. Todo esto en medio de la compleja situación económica que vive el país, el alza de los precios y el déficit de combustible.
Sin embargo, hay que reconocer que la esperanza es posible, que la lucha de los pueblos para cambiar esta situación con impacto en los países latinoamericanos es posible y que la única forma de hacerlo es con la unidad y la solidaridad. No tienen otra alternativa fuera de la integración para apropiarse de lo que por derecho les pertenece con un orden no solo en lo económico, pues es preciso incluir componentes sociales, complementación y ayuda mutuas para que los pueblos de América Latina sean cada vez más libres, independientes y soberanos.
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