El 26 en el alma de Cuba
No existe mejor manera de enaltecer el espíritu rebelde que nos legó para todo tiempo el 26 de julio, que ganar con responsabilidad esta batalla frente a la covid-19.
Aunque una pandemia nos impida asistir –solo físicamente– a ese encuentro sagrado que tenemos los cubanos cada 26 de julio con la memoria y la generación histórica de nuestra nación, no existe virus dañino ni situaciones adversas que puedan menguar la trascendencia de aquel acto de rebeldía de 1953, cuando un puñado de jóvenes, liderados por Fidel, «conquistara» para la eternidad el anhelo de un pueblo.
Santiago no fue la misma desde entonces. Tampoco Bayamo, como no lo fue Cuba. Los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes marcaron la ruta para la construcción de esta Patria de todos, que hoy, a solo días de conmemorar el aniversario 67 de los sucesos gloriosos, sostiene con integridad su soberanía.
Ese ejemplo arrollador es el que ha impulsado al país frente a cada provocación externa, ante cada freno impuesto, ante cada «rosca ajustada» para intentar asfixiarnos, a responder del lado de acá con alternativas propias y hasta inventivas que nos mantienen de pie, nunca de rodillas frente a la amenaza yanqui.
Los ejemplos sobran. Aquí se le ha «metido el pecho» a la producción de alimentos desempolvando incluso viejas técnicas agrícolas para atenuar la escasez de insumos y combustible; se ha mantenido la vitalidad de los servicios básicos para la población; se ha dado un protagonismo cardinal a los jóvenes en disímiles tareas, y se defiende la vida por encima de todo.
No existe, por tanto, mejor manera de enaltecer el espíritu rebelde que nos legó para todo tiempo el 26 de julio, que ganar con responsabilidad esta batalla frente a la covid-19, que es, en definitiva, la nueva victoria que nos toca conquistar ahora.