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Respetar y ser respetado, deber y derecho de todos

La vida sin cortesía y sin respeto hacia los demás puede resultar muy difícil y eso involucra a la sociedad en su conjunto

El comportamiento de las personas suele estar relacionado de manera directa con la educación recibida durante su vida de parte de la familia, la escuela y la sociedad en que se desenvuelve lo que no debe confundirse con su nivel desde el punto de vista educacional.

Es común que quienes peinan canas se refieran a esta situación diciendo que antes las personas eran analfabetas pero estaban mejor educadas en materia de comportamiento y esa es una contradicción presente en la sociedad cubana actual que se precisa resolver definitivamente lo cual solo es posible con el esfuerzo conjunto de los distintos factores vinculados con esta cuestión.

Es cierto que la familia juega un papel esencial en esto porque es en su seno donde las personas reciben las primeras lecciones sobre todo en materia de cortesía y respeto algo que debe caracterizar el trato entre sus distintos miembros.

A propósito son la cortesía y el respeto de los elementos más afectados en materia de comportamiento y aunque muchos se empeñan en identificar solo a los jóvenes con tales problemas lo cierto es que en determinados momentos podemos apreciarlo en personas de cualquier edad y sexo como alguien empuja a otro con el único objetivo de pasar por una puerta o pasillo sin ocuparse de pedir permiso o a otros que sin pensarlo interrumpe una conversación sin motivo que lo justifique o a hombres fuertes y saludables que se mantienen sentados lo mismo en la guagua que en el recibidor del policlínico mientras mujeres con o sin niños cargados están de pie y qué decir de aquellos que se burlan sin miramientos de ningún tipo de ancianos, discapacitados o personas perturbadas de sus facultades mentales o hacen caso omiso de los llamados de atención que les formulan otras personas.

La vida sin cortesía y sin respeto hacia los demás puede resultar muy difícil y eso involucra a la sociedad en su conjunto porque no solo actuamos como victimarios sino que en determinado momento seremos las víctimas. Por tales motivos la aspiración de que todos derrochemos cortesía y respeto al actuar no es simple objetivo o una quimera sino una necesidad para que la sociedad funcione de manera adecuada porque cuando hablamos de irrespeto y falta de cortesía estamos tocando en las puertas de la indisciplina social.

Comprender esta realidad puede costar trabajo pero es esencial para provocar el cambio necesario. Cuando no respetamos a las demás personas tampoco respetaremos a las leyes que rigen el funcionamiento de la sociedad, cada cual se sentirá en el derecho a actuar en correspondencia con sus fuerzas y entonces se impondrá la ley de la selva. Por otra parte, si la cortesía no hace acto de presencia entonces lo hará la grosería, la exigencia irracional, la cañona, las palabras ofensivas, el escándalo y eso también conduce al caos social. No cuesta trabajo formar a nuestros niños, adolescentes y jóvenes en los modales de cortesía y respeto que la sociedad demanda, solo hace falta brindarles a diario un buen ejemplo y en tal empeño los padres y los maestros juegan el papel fundamental. La exigencia tiene que estar presente además como elemento regulador y si ya saben cómo hacer hay que evaluar sistemáticamente por qué lo hacen mal y cómo lo pueden hacer mejor y si esto se abandona al momento en que se recibe una visita o cuando salen con nosotros a la calle entonces en esos momentos actuarán bien y luego harán lo que se les place. Vivir en un ambiente de respeto y cortesía nos ayuda a disfrutar mejor de la vida, luchemos todos por lograrlo.

El respeto y cuidado a los ancianos

Noemí Balmaseda Alvelay

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