El Código de las Familias abre el diapasón sobre las formas de constitución de la célula básica de la sociedad.
La diversidad del espacio familiar cubano es una realidad. Lo cierto es que las diferentes reconfiguraciones que este ámbito de la sociedad experimentó en el siglo XX dio lugar muchos tipo de femialias. Todas ellas encuentran legitimidad en el nuevo Código de las Familias.
La Dra. C. Nileidys Torga Hernández, profesora del Departamento de Derecho de la Universidad de Pinar del Río, explica que para ello el texto legal no se restringe solo a conceptos jurídicos. Además trae a su contenido elementos de la Sociología, la Piscología, la Pedagogía y otras ciencias.
“Por tanto, cuando aborda las clasificaciones de las familias, el Código considera las formas de constitución, el número de generaciones que conviven, los miembros y sus edades, entre varios criterios”, afirma la experta.
Así, en nuevo documento establece las familias monoparentales, biparentales, reconstituidas, homoafectivas, entre otras. Toda esta diversidad de clasificaciones parten, su forma de constitución, de dos maneras esenciales: el matrimonio formalizado y la unión de hecho afectiva.
La nueva normativa, según la jurista, amplía también las garantías con respecto a la legislación vigente.
“Ambas vías de constitución de la familia han sido equiparadas en relación con los efectos jurídicos asociados a ellas. Ya no se precisa de un acto legal para reconocer una unión de hecho como matrimonio, sino que las dos están en igual plano de derechos”, declaró Torga Hernández.
Considerado un texto democrático y revolucionario, el Código de las Familias -por el que los electores cubanos decidirán si se aprueba el venidero domingo-, actualiza y perfecciona instituciones como el matrimonio, el parentesco, la filiación y las relaciones parentales.
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