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Tambores de la paz para Venezuela

A los tambores de la guerra que se incitan contra Venezuela, Raúl Torres, acostumbrado a hacer bien, ha propuesto los Tambores de la paz

A los tambores de la guerra que se incitan contra Venezuela, Raúl Torres, un músico y compositor cubano acostumbrado a hacer bien, ha propuesto los Tambores de la paz, una reflexiva creación, especie de llamado para que el bien triunfe sobre el mal

Raúl Torres, un músico y compositor cubano acostumbrado a hacer bien, no pudo abstraerse una vez más ante la realidad presente.

A los tambores de la guerra que se incitan contra Venezuela, el artista ha propuesto los Tambores de la paz, una reflexiva creación, especie de llamado para que el bien triunfe sobre el mal.

Fue él quien compuso El regreso del amigo dedicado al Comandante Hugo Chávez, ese grande e inolvidable hombre, venezolano, bolivariano y de la América toda, cuando se paralizó su corazón noble e inquieto, y nos llegó la noticia de que se nos iba el Comandante, ahora eterno, en otra dimensión.

También un noviembre no deseado, otra noticia hacía llorar a todos los cubanos: Fidel, físicamente, partía, quizá a acompañar a Chávez, su mejor amigo.

Cabalgando con Fidel, de Raúl Torres, se convirtió en el himno de todos los cubanos y allende los mares, no solo por la sensibilidad del autor, sino por lo que penetró en nuestros pechos adoloridos y nos estimuló a seguir viendo y sintiendo a Fidel en tiempo presente.

Esta costumbre ya cotidiana de Raúl Torres, nos advierte ahora de los planes convertidos en trama de la peor envoltura, contra la Venezuela bolivariana y amiga. La componenda de quienes se han propuesto derribar a su Revolución, y acabar con los inmensos logros sociales conseguidos en estos casi 20 años.

La canción –tal si fuera un fusil en ristre– es un llamado a la solidaridad, una advertencia ante el apetito voraz de los halcones que en Estados Unidos apuestan por la otra Venezuela, la que entregue sus recursos a las transnacionales estadounidenses, la que renuncie a la solidaridad que siempre ha expresado para con otros pueblos.

Mientras Venezuela apuesta a la paz y hace redoblar sus tambores para lograrla, un convite entre hienas se frotan las manos en Washington y hasta se atreven a pronosticar que solo cuatro países del mundo podrían acoger al presidente Nicolás Maduro, una vez sacado del poder.

En el mismo contexto, la desprestigiada OEA y más que ella su mercenario secretario general, Luis Almagro, y ­algunos empresarios convertidos en presidentes, también aúllan en reclamo al amo, Donald Trump, para que acabe de decidirse por una intervención militar en aquella nación, hoy bloqueada y sancionada, y a la que el propio gobierno de Estados Unidos ha decidido robarle su dinero y apropiarse de una refinería que es patrimonio de Caracas aunque esté instalada en territorio norteamericano.

Lo más plausible de la canción de Raúl Torres, en mi opinión, es el momento en que la hace pública. Sin dudas, una contribución y un llamado a la conciencia de los pueblos –incluyendo el estadounidense– para poner freno al demencial complot con ilusorias pretensiones de derribar la Revolución Bolivariana.

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