Nuestros Campos Cubanos, testigos de grandes hazañas
Los campos cubanos se levantan como altruistas de antaño, insignias de hoy , porque llevan impregnados el ejemplo, el coraje y el valor.
No hay verdor más hermoso y apasionado. Nada puede compararse con la majestuosidad de su belleza. Historias contadas en las que resaltan como excelentes anfitriones. Testigos de grandes hazañas, de valerosos momentos, de cruentas batallas. Fueron sostén de la sangre mambisa y rebelde derramada por los que lucharon por la independencia de la Patria.
Elegidos como pose de aguerridos combatientes, de disímiles campamentos, de bohíos y siembras. Escudo de tantos patriotas, protección de incontables familias, el hogar de hombres y mujeres que solo la tierra les daba el sostén.
Fueron años de lucha y en todo su esplendor mostraron lo que tenían y lo que podían ofrecer. El viento, el agua, el sol, compañeros de dichas y sinsabores. No hubo quien esgrimiera el talento de su hastío en pos de la razón.¡Cuántas huellas dejadas al azar! ¡Cuánta historia escondida entre sus rincones!
En cada peñasco, en cada hierba, en cada flor, todavía quedan vestigios de mitos, leyendas, vicisitudes de ayer. Son símbolos de cubanía en donde ondeó la bandera de la estrella solitaria, fueron entonadas las notas del Himno de Bayamo y brilló el escudo de la palma real. Cada época caracterizó su imagen y con sabiduría y amor acogió los principios de cubanas y cubanos que recorrieron su mundo en busca de la verdad.
Estandarte de nuestro país, fruto fehaciente de una tradición de lucha. En todos estuvieron presentes el Tocororo, la Palma Real y la Mariposa Blanca, emblemas de una nación que solo quería ser libre y dichosa.
Fueron sus cimientos la base para el triunfo, su fortaleza el abrigo de los que necesitaron sosiego y compañía.
Los campos cubanos se levantan como altruistas de antaño, insignias de hoy , porque llevan impregnados el ejemplo, el coraje y el valor.
Raisa Díaz Miranda