
Por Tahiris Montano Ajete
Este 14 de febrero, Tita e Ismaray no solo celebran el Día del Amor, sino que lo viven con una intensidad que solo ellas saben plasmar.
Su relación, tejida con hilos de complicidad, risas compartidas y miradas que dicen más que mil palabras, es un ejemplo de que el amor no entiende de barreras ni prejuicios. Pero también es un testimonio de resistencia frente a una sociedad que, en ocasiones, aún lucha por entender y respetar la diversidad.
Desde aquel primer encuentro, donde el destino pareció conspirar para unirlas, hasta hoy, que caminan de la mano bajo el mismo cielo, su historia es un canto a la autenticidad.
Este año, como en los anteriores, han preparado una celebración que refleja su esencia: paseos donde el tiempo se detiene para que solo existan ellas dos.
El nuevo Código de Familia ha sido un faro en su camino, permitiendo que su amor sea reconocido y respetado en una sociedad que, poco a poco, aprende a abrazar la diversidad. Gracias a este avance, Tita e Ismaray pueden celebrar su amor sin miedo, con la cabeza en alto y el corazón lleno de gratitud por quienes las apoyan.
Sin embargo, su historia no está exenta de desafíos. En un mundo donde la violencia de género sigue siendo una sombra que acecha, ellas alzan la voz para decir “NO”.
Ismaray, con esa voz que parece acariciar el alma, dice: “Cada día a su lado es un regalo, pero el 14 de febrero es como un espejo que nos recuerda lo lejos que hemos llegado juntas. Este día es nuestro, pero también es de todos aquellos que creen en el amor verdadero. Y es también un recordatorio de que el amor no puede coexistir con la violencia. El amor es respeto, es cuidado, es libertad.”
Tita, con esa sonrisa que ilumina hasta el rincón más oscuro, añade: “El amor es nuestra fuerza, nuestra razón de ser. Este día no es solo una celebración, es una declaración al mundo de que nuestro amor es tan válido, tan puro y tan eterno como cualquier otro. Pero también es un llamado a erradicar la violencia de género, porque el amor verdadero no lastima, no oprime, no silencia.”
Y así, entre risas, abrazos y promesas que se renuevan con cada amanecer, Tita e Ismaray escriben su propia historia, una que trasciende el tiempo y se convierte en un legado de amor, respeto y valentía.
Su relación no solo es un testimonio de que el amor no tiene fronteras, sino también un recordatorio poderoso de que la violencia de género no tiene cabida en una sociedad que aspira a ser justa e igualitaria.
En este Día del Amor, Tita e Ismaray no solo celebran su unión, sino que también inspiran a otros a construir relaciones basadas en el respeto mutuo, la igualdad y la libertad. Porque el amor, en su forma más pura, es un acto de valentía y un rechazo rotundo a todo tipo de violencia.