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Médicos pinareños luchan contra la COVID-19

José Carlos Ivizate y Luis Alberto Paz son dos jóvenes médicos pinareños. En ellos va implícito todo el amor por la profesión. Hace más de 15 días laboran día y noche.

José Carlos Ivizate y Luis Alberto Paz son dos jóvenes médicos pinareños. En ellos va implícito todo el amor por la profesión. Hace más de 15 días laboran día y noche. Sus rutinas, están sujetas a trabajar durante 48 horas y descansar 24, integran el grupo de médicos que con su asistencia evitan la muerte de los pacientes que padecen la COVID-19.

Cuando dialogué vía telefónica con el Especialista en Primer Grado de Geriatría y Gerontología, doctor José Carlos Ibizate Díaz, o simplemente “José” para sus allegados, sabía que iba a ser una entrevista difícil. Con un verbo pausado, pero seguro, comienza a responder cada pregunta, el mismo muchacho del barrio que nos vio nacer, era el que me ofrecía la información precisa y exponía facetas de su profesión desconocidas para mí.

Durante el intercambió fue noticia que estaba preparado desde mucho antes que iniciará la pandemia en Cuba, porque su profesión implicaba saber cada detalle de una enfermedad que ha causado la muerte a miles de personas en el mundo, sobre todo adultos mayores, área en la que trabaja hace algunos años.

Me cuenta José que cuando confirmaron a Michel Torres Díaz, primer paciente con la COVID-19 en Vueltabajo, “de inmediato el director me llamó y la decisión era enfrentar en cuarentena este flagelo”.

“Al inicio sentí un miedo fuerte, el mismo que sigo sintiendo porque soy un ser humano, pero estoy preparado y eso me da más seguridad, pero en esos primeros días era complejo la entrada a la sala, Michel y yo nos mirábamos como dos desconocidos, pero le trasmití siempre mucha confianza, incluso hasta bromeábamos, para espantar un tanto al estrés”.

José Carlos habla, y yo lo interrumpo, buscando solo por ahora, alejar el llanto; es que la carga emotiva de sus anécdotas y la voz quebrantada presagian que en algún momento aparecerá algo tan normal en los seres humanos. Su respuesta es lógica, “han sido días muy duros, lo bueno es que los pacientes evolucionan favorablemente.

Ya a las nueve es un hábito aplaudir hasta la saciedad, y mi amigo el geriatra sabe que en nuestro barrio, estas iniciativas prenden solas. “Estoy al tanto por las redes sociales, la radio y la tv, vi como mi gente aplaude, te confieso que se me aprieta el corazón cada vez que escucho eso, claro que me compromete a entregar el máximo aquí”.

La familia es importante, y él sabe, debutó como padre hace bien poco, por lo que la pregunta era obligatoria.

¿Cuánto extrañas a tu hijo? Siento un silencio del otro lado del teléfono, que me asusta, y es que lo inevitable pasó. El Especialista en Primer Grado de Geriatría y Gerontología, el padre, el hijo, el ser humano no aguanta y su voz es intermitente pero, confiesa que “es por él en primer lugar que está hoy aquí, por evitarle el contagio, porque es mi motivo para emprender, para seguir curando y arrebatándole a la muerte otra víctima más, lo abrazaré cuando esto acabe, como siempre lo he hecho.

Luis Alberto Paz Álvarez

Tengo 32 años nada más, pero mucha responsabilidad, fueron las primeras palabras del Especialista de Primer Grado en Pediatría. “Me llamaron a la dirección de mi centro preguntado por la disposición que tenía para atender a los enfermos, en casos que hubiera algún contagio de niños, ya yo estaba trabajando en la sala de aislamiento del hospital pediátrico “Pepe Portilla” y la respuesta siempre fue afirmativa”.

El doctor tiene un arte para comunicar tremendo, habla de su rutina diaria y no olvida ni un detalle, sobre todo en el que más hincapié hace, la atención personalizada a cada familiar.

“Tengo tres pacientes, dos adolescentes y una niña de siete años, todos evolucionan muy bien, pero es muy complejo, el trato con la familia, que lógicamente se asusta porque piensa que el nuevo coronavirus es muy letal, por lo tanto, lo primero, transmitirle ecuanimidad y ya lo otro depende de nuestro actuar”.

Este joven es prácticamente el eje de su familia, y por estos días su madre -quien también labora como enfermera en el sistema de salud pinareño- extraña su presencia.

“Mi madre es todo para mi, mi madre es mi inspiración, es mi guía, por ella soy Pedíatra, por ella me hice médico”. Noto que su fluidez habitual se transforma y me pide que me detenga, “hace unos días que no la veo, me tocó esa pregunta, pero estoy seguro que ella, mi familia y amigos están conscientes de la importancia de mi papel, ellos saben que lo hago por el bien de los niños pinareños.”

Es la juventud la primera en todo, Lugy como le llaman sus compañeros lo sabe y ratifica que en los momentos difíciles han sido jóvenes los que han dado el paso al frente. “Estoy aquí no por mérito propio, estoy aquí como parte de la juventud, que gustosa hubiera venido a cumplir esta tarea, los jóvenes no sé si por la edad, el sentimiento emprendedor, pero vemos las cosas mucho más sencilla, quizás porque nos falte experiencia, pero estoy seguro de una cosa que la asumimos con mucha valentía”.

Casi al concluir este intercambio les pido a ambos que se cuiden mucho, que tomen todas las mediadas de precaución, y son ellos los que me transmiten la calma en tiempos difíciles como estos. “Tranquilo tú, todo va a salir bien”. Estas palabras ratifican una vez más que esta juventud, la cubana, está destinada a vencer.

Por Osbel Benítez Polo

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