El ejemplo personal, pilar en la formación de valores
La formación de valores es un pilar fundamental en la construcción de una sociedad consciente y equitativa. Inculcar principios sólidos a las nuevas generaciones en un mundo saturado por la banalización en los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, se convierte en un desafío aún mayor
Por Mayendé Sánchez Pérez
Siempre se ha dicho que fomentar conductas, principios y modos de actuación conscientes requiere de mucho tesón y sabiduría porque un valor demora tiempo en formarse, pero puede perderse en cuestión de segundos.
¿Cómo es posible que un niño tenga los mejores maestros al frente del aula formándolo y luego cuando vaya al centro comercial de Sandino encuentre a su maestra, por ejemplo, formando «chanchullo» porque no encuentra el último de la cola del yogur natural?
La formación de valores es algo muy serio, un proceso integral que requiere de muchísima sabiduría para poder enfrentar los retos actuales y futuros que nos impone la banalización de algunos contenidos que se difunden a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información.
Un método infalible es el ejemplo personal, ya sea de los padres, los maestros, los jefes y todo aquel que pueda constituir un modelo de actuación. En ese caso no puede exigirse que el niño lea si mamá y papá no lo hacen.Tampoco debe pedirse austeridad en un centro de trabajo cuando el director es un corrupto o como se dice popularmente: «poner pruebas de a peso cuando se imparten clases de a quilo», por solo citar algunos ejemplos.
En contextos tan complejos como el nuestro hay que poner de moda la virtud, la cultura del detalle y del buen gusto. En ese sentido la familia continúa siendo la punta de lanza para formar al ciudadano culto y decente a que aspiramos. Si ella falla todo está perdido, o al menos será mucho más difícil el trabajo de la escuela, del maestro y de la sociedad. En cambio cuando en el ambiente del hogar permite labrar de conjunto la educación de sus hijos, la pelea estará ganada de antemano.
Sé de muchísimos ejemplos de niños y jóvenes que serían incapaces de maltratar la propiedad social, cometer fraude o caer en cualquier otra conducta impropia porque provienen de familias dignas y honorables que han sabido inculcar en sus hijos los buenos modales.
En cambio también he visto protagonizar acciones incorrectas a muchachos que estudian en excelentes escuelas con muy buenos maestros, pero en su base tienen una deformación de la conducta producto de la inadecuada educación familiar recibida.
Lo ideal sería que todo funcionara como un reloj en materia de formación de valores, más mientras llega ese momento lo que se impone es que cada quien cumpla la función que le corresponde, así todos seremos como dice Silvio Rodríguez: un tilín mejores. Piense en ello y obre en consecuencia.