Discurso pronunciado por Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en la clausura del II Pleno del Comité Central de Partido Comunista de Cuba, en el Palacio de Convenciones, el 24 de octubre de 2021, “Año 63 de la Revolución”
(Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Querido General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana;
Compañeras y compañeros miembros del Comité Central del Partido Comunista de Cuba;
Invitados:
Durante casi dos días ha sesionado el II Pleno del Comité Central del PCC, que es el primero posterior al Congreso, porque recuerden que el I Pleno se desarrolla durante el Congreso, y que fue postergado por la incidencia del brote pandémico, eso ha requerido centrarnos en aspectos concernientes al funcionamiento del Partido como continuidad del Congreso, pero también para abordar temas actuales de la labor partidista.
Fueron tratados la implementación de los acuerdos del Octavo Congreso, la modificación de los estatutos, las normas para el funcionamiento de las comisiones permanentes, la estrategia de implementación de la política de cuadros, el programa para la transformación del trabajo político-ideológico, el proceso de balance de los comités del PCC y el programa de transformación digital de la organización.
Además, se trató el aseguramiento político a importantes procesos que se desarrollarán y el necesario debate sobre el perfeccionamiento del Poder Popular.
La complejidad del momento actual nos señala la necesidad de reunirnos con más frecuencia para debatir y decidir sobre los problemas más urgentes y estratégicos de la actual coyuntura que vive el país, sobre todo, si somos capaces de discutir los temas con profundidad, objetividad, integralidad y de manera crítica para encontrar soluciones a los complejos problemas que nos atañen. Ese espíritu se manifestó, como planteó el General de Ejército, en este II Pleno.
Un análisis de la situación del país y de la situación global nos plantea que el mundo en COVID-19 no es ni siquiera el mundo injusto que los revolucionarios soñamos cambiar. Es ese mismo mundo, ahora bajo los efectos de muchas crisis simultáneas: económica, laboral, productiva, ambiental, sanitaria y también moral.
Cuba no escapa a la conjunción crítica del planeta; sin duda, no somos los más afectados, pero sí los más castigados. Ninguna nación subdesarrollada carga como nosotros con las citadas crisis y con las condiciones que impone el bloqueo económico reforzado y recrudecido con 243 medidas aplicadas por Trump y mantenidas por Biden, además de enfrentar una intensa, descarnada y perversa guerra comunicacional. Somos únicos en el mundo por la duración y crueldad de ese castigo.
Depende de nosotros dar respuesta digna a esa inmerecida e inmoral condena. Nuestra originalidad está obligada a ser tan grande como la maldad del adversario. Estamos desafiados a ser excepcionales en la capacidad de resistir y crear. Así ha sido desde los orígenes de la nación cubana; así ha resistido 62 años invicta la Revolución Cubana.
El enemigo no cesa en su empeño de destruirnos. No nos perdona la osadía de que nuevas generaciones continúen la voluntad y el compromiso de mantener la independencia, la soberanía y la construcción del socialismo.
El objetivo declarado del Gobierno norteamericano es derrocar a la Revolución Cubana.
La esperanza del enemigo es que nuestras grandes dificultades materiales reblandezcan al pueblo y lo hagan ponerse de rodillas, por eso alimenta la desidia con la idea de que el país no puede resistir.
La administración norteamericana está atrapada por el deseo de ganar el voto de la Florida y esos fines electorales condicionan su política hacia Cuba, que pasa a ser dominada por la mafia cubanoamericana de Miami. Estos hechos no son casuales, hay una intención, una premeditación, y un interés político.
La estrategia imperialista es crear el máximo de descontento dentro de nuestro país. Fomentar la inestabilidad a través del empeoramiento de las condiciones de vida de la población, ponernos cada vez más difícil la posibilidad de sobrevivir, para conducirnos al estallido de un conflicto violento. Pretenden llenarnos de odio y arrebatarnos la felicidad.
Es vil la campaña: se desacreditan los logros, se utilizan imágenes groseramente distorsionadas de nuestra realidad, se trata de asfixiarnos económicamente, de debilitar la solidaridad con Cuba, haciendo uso de la mentira y la calumnia. Varios representantes del Gobierno norteamericano insisten en sus pronunciamientos en redes sociales por mantener acusaciones contra Cuba en materia de derechos humanos en un alto perfil.
Como reflejo del actual escenario bilateral en las relaciones con los Estados Unidos, la Embajada de ese país en Cuba viene desempeñando un activo papel en los esfuerzos por subvertir el orden interno en nuestro país. Esta conducta no es nueva, siempre ha estado presente de un modo u otro desde que se establecieron las secciones de intereses en 1977.
En contraste, si bien nuestra misión en Washington despliega una intensa labor política y diplomática a favor de las relaciones bilaterales, en función del levantamiento del bloqueo económico, dirigida a mostrar la verdad de nuestra realidad y a contrarrestar las calumnias contra Cuba, puede afirmarse categóricamente que no ha habido nunca actividad ilegal alguna dirigida a socavar las bases políticas, legales o constitucionales de ese país.
La trayectoria de nuestra Embajada y de, antiguamente, nuestra Sección de Intereses, ha sido siempre absolutamente limpia.
Son frecuentes las reuniones de los funcionarios diplomáticos norteamericanos con cabecillas de la contrarrevolución, a los que brindan orientación, estímulo, apoyo logístico y financiero. En sus plataformas comunicativas, incluyendo las redes digitales, emiten a diario pronunciamientos ofensivos que constituyen entrometimientos abiertos en los asuntos internos de nuestro país. Se trata de un comportamiento provocador, ajeno a lo que debe ser la conducta de una misión diplomática y en total violación de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, la que tiene entre sus pilares el respeto de los diplomáticos a las leyes del país donde están acreditados y abstenerse de emitir juicios sobre sus asuntos internos.
La Embajada estadounidense busca información para difamar a Cuba en temas como derechos humanos, democracia y contradicciones sociales en nuestro país. Pretenden identificar y promover líderes, sobre todo jóvenes, prepararlos en el extranjero con el fin de utilizarlos para impulsar sus ideas antisocialistas, procapitalistas y neoliberales.
Frente a estas conductas no nos quedaremos de brazos cruzados. Tenemos la determinación de enfrentar la labor subversiva y agresiva de esa representación diplomática, lo que incluye la denuncia pública. Contamos con la experiencia de muchos años de trabajo diplomático y operativo frente a Estados Unidos bajo la guía de la dirección histórica de la Revolución, y contamos también con el respaldo de las instituciones del Estado y las organizaciones políticas y de masas que, bajo la orientación del Partido, desempeñan un importante papel en esta batalla.
Tenemos como herramientas poderosas la unidad, la disciplina, la organización, las estrategias de trabajo aprobadas, los procedimientos necesarios y la claridad ideológica.
En un momento como este podemos hacer también algunas consideraciones sobre los llamados sucesos del 11 de julio, que no fueron más que provocaciones y hechos vandálicos como parte de toda esta estrategia de la Guerra No Convencional y del “golpe suave” contra nuestra Revolución.
Se trata de mantener una narrativa que pretende presentar el 11 de julio como un referente de ruptura y de rechazo popular a la Revolución, y los intentos de aprovechar las inconformidades existentes para provocar desestabilización; pero el 11 de julio no es un referente de ruptura, es, en todo caso, un referente de unidad, y el 11 de julio constituyó una victoria más de la Revolución Cubana. Los revolucionarios salieron a defender la Revolución con elevada moral, con disposición a luchar y vencer.
Ellos creían que la Revolución se derrumbaba en unas horas, como lo creyeron cuando la caída del campo socialista, pero una vez más se equivocaron.
De esos sucesos y de los acontecimientos que hemos vivido en este último año y medio de pandemia hemos tomado también algunos aprendizajes. Uno de esos aprendizajes es que tenemos que defender y asumir como fortaleza la heterogeneidad de la sociedad cubana, y esto implica, como aquí se abordó, un trabajo político-ideológico diferenciado; que tenemos que robustecer y desarrollar los mecanismos de participación popular y de trabajo con la población, que no se pueden desmontar en ninguna de las situaciones adversas que podamos vivir, y que la guardia revolucionaria, la vigilancia revolucionaria no se pueden descuidar jamás.
El referente, en realidad, es el Octavo Congreso del Partido. En ese magno evento de nuestra organización se analizaron las causas de todos los problemas que el país vive, fueron abordadas las estrategias y también las propuestas de trabajo para enfrentarlas, ¡ese es el verdadero referente!
El país ha vivido en Revolución otros momentos difíciles, este no es el más complejo de esos momentos.
Se trata de sembrar la matriz de que nada funciona, de que todo funciona mal, y se trata de negar la obra de justicia social lograda, es por eso que nosotros tenemos que fomentar el análisis crítico de la realidad, la autocrítica y alejarnos de la complacencia, potenciando la necesidad de comunicar más oportunamente y mejor y que todas nuestras estructuras de trabajo escuchen, dialoguen, den respuestas y también soluciones.
Es importante priorizar el trabajo en la atención y el diálogo con los jóvenes, lo cual debe ser una prioridad, y la necesidad de proponer e implementar medidas para resolver cada uno de los problemas también perfeccionando los métodos de atención a la población.
Tal como estamos haciendo, es importante renovar el trabajo social en las comunidades, donde radica la base social de apoyo a nuestra Revolución, tejiendo y desarrollando un proceso genuino, inclusivo, democrático y participativo que defienda ese concepto de poder popular que estuvimos discutiendo aquí, de manera que llegamos a consensos de cómo lo podemos ejercer. Esos temas distinguen nuestra unidad, la capacidad de resistencia y nuestra dignidad.
En medio de estas dificultades el país marcha, tenemos ánimo para enfrentarlas y capacidad para encontrar soluciones. No podemos desalentarnos, porque los pueblos que se desalientan, como dijo Fidel, no llegan lejos, son víctimas de la confusión y van al fracaso, ese no será el caso de la Revolución Cubana. Esta batalla la ganamos defendiendo y desarrollando las ideas del socialismo, contamos con una fuerza tremenda de inteligencia, creatividad, innovación, emprendimiento, tenacidad, firmeza, conciencia, patriotismo y espíritu revolucionario en nuestro pueblo, tenemos la obligación de salir adelante, y ellos, los imperialistas, se llevarán una nueva lección al subestimarnos.
Debemos recordar lo que expresó el Comandante en Jefe cuando vivíamos los tiempos del Periodo Especial: “Llevamos nuestras dificultades y nuestras escaseces con dignidad, con la dignidad de aquellos que no se rinden, con la dignidad de aquellos que no se pondrán jamás de rodillas”. Por eso vamos a salir vencedores de esta batalla en difíciles condiciones ante un imperio lleno de soberbia y de frustraciones.
Luchando es como se vencen los obstáculos y los problemas, no entregándose a los designios de quien cínica y descaradamente es el principal causante de ellos, sin ceder a nuestros principios, sin faltarle a nuestra independencia y a nuestra soberanía. Son tiempos difíciles, pero también con perspectivas de nuevas oportunidades para crecernos y superarnos a nosotros mismos. Tenemos una gran responsabilidad como generaciones, que es el desafío de salvar la Revolución y de salvar la nación cubana.
Hay problemas objetivos serios, hay escaseces, circunstancias como esta, nos alertaba también Fidel, son propicias para los oportunismos, las cobardías, las inconsistencias, las deserciones, las traiciones, las flojedades, la cobardía, lo cual exige más de la labor partidista. No podemos estar satisfechos con lo hecho, pero no se puede acusar de torpeza ni de incapacidad a la Revolución, porque son realmente grandes los problemas que estamos enfrentando entre todos.
En medio de esta situación se eleva nuestro orgullo nacional, cuando tenemos victorias como nos han dado nuestros científicos con las vacunas; cuando en medio de una compleja situación somos capaces de desarrollar un intenso ejercicio legislativo; cuando tenemos una propuesta del Código de las Familias realmente inclusivo y moderno; cuando damos paso a nuevos actores económicos; cuando estamos de lleno en los programas en los barrios y en los intercambios en los encuentros con sectores sociales de nuestro país. Podemos definir irrefutablemente que la mayoría de nuestro pueblo acompaña y apoya a la Revolución (Aplausos).
En medio de estas circunstancias y ante el fracaso de sus planes se siguen tejiendo nuevas acciones. Ahora se aparecen con una supuesta marcha pacífica. No es más que una escalada en el modo de actuar contra la Revolución y un desafío a las autoridades y al Estado de derecho socialista refrendado en nuestra Constitución; es un plan orquestado desde el exterior, se involucran tanques pensantes y portavoces del Gobierno de los Estados Unidos en la concepción y preparación de estas acciones.
Recientemente han amenazado con aplicar más sanciones a nuestro país si se emplea la legislación vigente para procesar a los que desobedezcan el mandato de las autoridades. Es acogida esta acción en los círculos de la extrema derecha anticubana radicada en Estados Unidos y forma parte de un modo de actuación de acuerdo con el manual de Guerra No Convencional. Sus fines violentos se advierten en la remembranza que hacen de las guarimbas en Venezuela, de los crímenes contra luchadores chavistas, de los sucesos de Nicaragua, la exaltación del vandalismo, las amenazas de muerte a revolucionarios y el apoyo de personajes y organizaciones con historial violento y terrorista radicados en los Estados Unidos.
El derecho a manifestarse está reconocido y regulado en el Artículo 56 de la Constitución, debe ejercerse con fines lícitos y pacíficos, respetando el orden público y el acatamiento a las preceptivas establecidas en la ley. Otro artículo de nuestra Constitución, el 45, plantea que: “El ejercicio de los derechos de las personas solo está limitado por los derechos de los demás, la seguridad colectiva, el bienestar general, el respeto al orden público, a la Constitución y a las leyes”.
Por otro lado, el Artículo 4 del mencionado cuerpo legal plantea, entre otras cuestiones, que el sistema socialista que refrenda la Constitución es irrevocable, y que los ciudadanos tienen el derecho de combatir por todos los medios, contra cualquiera que intente derribar el orden político, social y económico establecido por la Constitución. No es lícito, por lo tanto, el llamado a la marcha, es un aviso de protesta en el que sus promotores, sus proyecciones públicas y los vínculos con organizaciones subversivas o agencias financiadas por el Gobierno de Estados Unidos tienen la intención manifiesta de promover un cambio de sistema político en nuestro país, es una provocación como parte de una estrategia de “golpe suave”. Sus propósitos coinciden con las principales líneas de ataque, calumnias, mentiras y amenazas utilizadas por quienes financiados por el Gobierno de los Estados Unidos se oponen al sistema político cubano e intentan desestabilizarlo y restaurar el capitalismo.
No vamos a legitimar el accionar imperialista en la política interna ni dar cauce a los deseos de restauración neocolonial que han acumulado algunos y que se refuerzan en situación de crisis. No es un acto de civismo, es un acto de subordinación a la hegemonía yanqui. Tales acciones pretenden regresar al país a un tiempo histórico de subyugación, al cual nunca regresaremos.
En medio de estas circunstancias también muchos se plantean hacia dónde vamos, y creo que es importante responder esa interrogante: no hay nada nuevo que decir, sencillamente vamos hacia lo que recogen nuestros documentos programáticos, hacia el desarrollo de esas ideas en los tres últimos congresos del Partido y que están contenidas en la Conceptualización de nuestro Modelo Económico-Social y nuestro Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030, en nuestros Lineamientos y, ante todo, en nuestra Constitución, y todos estos documentos, elementos que dan respuesta: “Cuba es un Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos como república unitaria e indivisible, fundada en el trabajo, la dignidad, el humanismo y la ética de sus ciudadanos para el disfrute de la libertad, la equidad, la igualdad, la solidaridad, el bienestar y la prosperidad individual y colectiva”.
Nuestra Visión de la Nación nos define como una nación soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible, mediante el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social a largo plazo y otras acciones para consolidarlo.
Garantizar la irreversibilidad y continuidad de nuestro socialismo afianzando los principios que lo sustentan, el desarrollo económico y la elevación del nivel y calidad de vida de nuestro pueblo se conjugan con la necesaria formación de los valores éticos y políticos, y es parte de los temas que aquí hemos abordado.
Una sociedad socialista democrática, próspera y sostenible podrá alcanzarse a partir de una profunda conciencia revolucionaria y sentido del deber, el rescate del valor del trabajo con eficiencia y eficacia, la participación e iniciativa creadora de los trabajadores, la alta motivación, el uso racional y ahorro de los recursos, los progresos y la aplicación y generalización de los resultados de la ciencia, la tecnología y la innovación; tomando en cuenta también el incremento sostenible de la producción como premisa material imprescindible para elevar gradualmente el nivel y calidad de vida de la población, y tributando a la realización plena del ser humano y sus proyectos individuales, familiares y colectivos mediante una justa y equitativa distribución de la riqueza, avanzando en la erradicación de desigualdades ilegítimas. Ese es el camino que hemos asumido, ese es el camino que estamos transitando y al que llegaremos más temprano que tarde.
Si alguien nos pidiera en una pequeña oración, en una pequeña frase definir nuestro socialismo, diríamos que es alcanzar la mayor justicia social posible (Aplausos).
En un encuentro como este no podemos soslayar la situación económica que vive el país; la inflación que enfrenta la economía se sitúa actualmente en niveles superiores a los previstos en la Tarea Ordenamiento, afectando la capacidad de compra de los ingresos que en pesos cubanos reciben los jubilados, los pensionados, los trabajadores y la población.
El recrudecimiento del bloqueo, unido a los efectos de la COVID-19 han reducido a niveles mínimos los ingresos en divisas del país, lo que no ha permitido financiar las producciones industriales, ni importar materias primas y bienes de consumo para mantener una estabilidad de la oferta minorista estatal en pesos cubanos, situación que aprovechan personas inescrupulosas para lucrar a costa de las necesidades del pueblo revendiendo productos, incluso alimentos y medicamentos a precios muy superiores a los oficiales.
Por otra parte, a partir de la demanda creciente de divisas por la población y el sector no estatal para compras en plaza o importaciones, unido a la imposibilidad que tenemos de vender divisas al tipo de cambio oficial, se ha generado un mercado informal de compraventa de divisas con cambios muy superiores también a los oficiales que se expresan en los precios que enfrenta la población. Es por eso que tenemos que seguir trabajando con prioridad en la implementación de medidas de corte antiinflacionario que exigen una mayor participación de los productores nacionales, estatales y no estatales, en función de satisfacer la demanda de la población. Se requieren acciones que permitan un mejor control de la liquidez en manos de la población y que su aumento venga acompañado del incremento de la oferta.
Además, se han adoptado medidas compensatorias para la atención a los más vulnerables que resultan aún insuficientes.
La apertura del turismo y de la actividad económica, como parte del éxito con que vamos enfrentando la epidemia, nos pondrá en mejores condiciones para enfrentar este complejo escenario; por lo tanto, tenemos luces en el camino, hay soluciones para cada uno de los problemas. Es necesario seguir incentivando un debate colectivo para potenciar las salidas a los problemas, argumentarlas, socializarlas, convencer, asegurar, movilizar, participar y mejorar.
Ante la ofensiva para desacreditar a la Revolución Cubana y las campañas en redes sociales, las provocaciones en escenarios internacionales, el llamado a constantes protestas y las acciones de desestabilización, tenemos la articulación revolucionaria en esas redes sociales, el enfrentamiento efectivo a la contrarrevolución desde la vigilancia revolucionaria y administrativa que se ha reorganizado en estos tiempos.
Ante el recrudecimiento del bloqueo contamos con apoyo internacional, con la denuncia constante que hacemos del mismo y también moviendo la participación y el apoyo de la comunidad cubana en el exterior que no ha roto con la Revolución ni ha roto con su país.
Ante los limitados ingresos en divisas tenemos que seguir avanzando en la reanimación de la economía en las condiciones actuales, potenciando el turismo, la exportación de vacunas, la exportación de divisas, potenciando la producción nacional de alimentos y también contribuyendo al ahorro y eficiencia energética.
Ante los desabastecimientos que hemos vivido por un tiempo prolongado, tenemos que poner en el mercado producciones nacionales, hacer todo lo posible por abastecer mejor las tiendas en moneda nacional, elevar la comercialización de productos agropecuarios y también buscar una mayor incidencia e impacto con las medidas que hemos tomado en momentos recientes de apertura de la economía, el desarrollo y aporte de los nuevos actores económicos junto al desarrollo de la empresa estatal.
Para eliminar las colas habrá que perfeccionar el comercio interior, buscar una mejor oferta de bienes y servicios, mejores horarios, mejor gestión, y que contribuya a esto también la apertura de las nuevas actividades económicas.
En la inestabilidad que hemos tenido en el Sistema Electroenergético Nacional vamos avanzando en reparaciones, mantenimientos, ahorro, y también en la atención a los trabajadores de este sistema, lo cual nos propiciará estar en una mejor situación a finales de este año.
A la pandemia la estamos venciendo con las medidas sanitarias adoptadas y con esa enorme campaña de vacunación a la cual ahora vamos a añadir las dosis de refuerzo, que han provocado indudablemente ya un resultado de inmunización en nuestra población, de esa manera seguiremos avanzando en cortar la transmisión y volver, en el menor tiempo posible, a la nueva normalidad, lo cual nos permitirá también desarrollar con más intensidad nuestra actividad económica y nuestra actividad social.
Y ante las insatisfacciones en nuestra población, mucha sensibilidad y trabajo con las personas, atendiendo adecuadamente a la población, trabajando en los barrios y reactivando los mecanismos de participación popular. Todo eso lo debemos tener presente en el debate que desarrollaremos en los importantes procesos que debemos asegurar políticamente en medio de esta situación y que aquí también fueron discutidos. Esto requiere del Partido un amplio despliegue de la política revolucionaria.
Debemos dar argumentos convincentes, plantear debates y sostenerlos con coherencia, comunicar con precisión y claridad, colocarnos en el lugar del otro para intentar comprender su realidad, contraponer ideas y posiciones que conduzcan a conclusiones objetivas y que permitan construir una percepción sólida de las circuntancias alrededor de un fenómeno; se trata de convertirnos en pedagogos a la hora de interactuar con la sociedad, no solo en la manera en que trasladamos nuestros contenidos, sino también en el modo en que apredemos de esa interacción.
La mayor virtud está en ser útiles y hacer por los demás.
Armando Hart analizó toda esta práctica revolucionaria y la catalogó como “la cultura de hacer política”, y tenemos que hacer política, situando a Martí y a Fidel como sus más destacados y relevantes exponentes, y señalando a ambos como representantes de “ese fruto más puro y útil de la historia de las ideas cubanas”.
La definición martiana de política, como “el arte de inventar un recurso a cada nuevo recurso de los contrarios, de convertir los reveses en fortuna; de adecuarse al momento presente, sin que la adecuación cueste el sacrificio, o la merma (…) del ideal que se persigue; de cejar para tomar empuje; de caer sobre el enemigo, antes de que tenga sus ejércitos en fila, y su batalla preparada”, la debemos asumir todos como una constante de vida.
Como nos reiterara Hart en más de una ocasión, es necesario saber diferenciar y, a la vez, relacionar la ideología, entendida como producción de ideas, con la ciencia, la ética y la política.
Es, en los tiempos actuales, un humanismo que relacione cultura, desarrollo, justicia social y permita asumir con ciencia y con ética el confuso mundo globalizado en lo real y lo virtual para el presente y para el porvenir.
Ese legado, en conjunto, constituye la cultura de hacer política, concebida como una categoría de la práctica que, en lo fundamental, consiste en derrotar el “divide y vencerás” que emplea el enemigo, y establecer la idea revolucionaria de “unir para vencer”, sobre fundamentos éticos que incorporen a la gran mayoría de la población.
Hacer política es entonces determinar las contradicciones que tenemos en la sociedad, estudiarlas, evaluar sus causas, evaluar y proponer soluciones; compartir con la población, tener en cuenta sus criterios; enriquecer, convencer, convocar, movilizar, participar y solucionar, y participar con efectividad también mediante un trabajo en red para cada uno de los temas que abordemos, evaluando resultados y después retroalimentando todos nuestros sistemas para perfeccionarlos. Significa entre otras cosas un trabajo especial con la población y en particular con nuestra juventud.
Tomando una máxima conciencia del papel a desempeñar por cada institución revolucionaria, trabajar particularmente con cada ciudadano, uno a uno y convencer; convertirnos en predicadores o pastores de la Revolución y el socialismo; prepararnos bien y estudiar profundamente para decidir; profundizar en los conocimientos y las ideas de lo que pasa en nuestro país y en el mundo; ser honestos, valientes, efectivos y autocríticos, con una mentalidad dialéctica y flexible, no dogmática, sin admitir oportunismos y con apego a los principios revolucionarios, pertrechándonos de ideas y sólidos argumentos para que nuestros cuadros puedan desarrollar su labor; salir a visitar y a conversar con cada persona en cada lugar; discutir, explicar, enseñar, educar y aprender de cada proceso.
Ganar el tiempo perdido por la rutina, el esquematismo y la falta de vínculo con la base en un grupo de escenarios, y enaltecer constantemente la dignidad y la resistencia de nuestro pueblo, sus talentos y sus potencialidades. Eso requiere de un predominio del enfoque antimperialista y anticapitalista contra la injusticia y la opresión que existe a nivel global; por eso tenemos que mantener con sistematicidad los encuentros con los sectores de nuestra sociedad que tanto nos han aportado y que ya, de hecho, se están aplicando muchas de sus propuestas en lo que estamos implementando.
Seguir trabajando adecuadamente en la implementación de los acuerdos del Octavo Congreso y seguir defendiendo, tal como lo vimos aquí, el concepto de poder popular, buscando con el trabajo en los barrios democracia y participación, que significa que hay espacios para debatir y proponer, que después que se debata y se proponga haya espacios para implementar, y que después que se debata y se proponga, se implementen acciones, entonces también habrá transparencia para controlar, para ejercer control popular, para rendir cuentas y para avanzar. Y todo eso lo podemos lograr con el vínculo con el pueblo, con la movilización popular y fortaleciendo y actualizando la labor de nuestras organizaciones de masas, como demandó el debate del Octavo Congreso del Partido.
Hay que seguir la observación y el enfrentamiento a las trabas y al burocratismo, profundizar en las esencias de la Revolución, propiciar debates, fortalecer el ejercicio del poder popular, y así estaremos fortaleciendo el Estado; adelantar las leyes que profundicen la democracia socialista; desarrollar la práctica de los parlamentos obreros; potenciar el rol de los sindicatos, tomando como convicción lo que nos adelantaba el Che: al imperialismo ni un tantico así. No podemos ceder ante el imperialismo y sus lacayos, y no podemos dar ni un paso atrás en las conquistas de la Revolución (Aplausos).
La respuesta en Cuba fue diseñada por el máximo líder de la Revolución Cubana, el Comandante en Jefe, y es el poder popular, un poder popular que es intransferible, que tiene sustento en la soberanía popular y que se articula en la estructura estatal a través de órganos con diferentes funciones.
Defender ese concepto de poder popular es defender la sostenibilidad y la viabilidad del socialismo en Cuba porque genera un sistema verdaderamente democrático muy superior al capitalismo.
Todo lo que estimule, promueva y realice la participación popular tiene una importancia defensiva y constructiva para el socialismo y aporta a la emancipación social y a la emancipación nacional; es por eso que hay que garantizar la dimensión del principio de soberanía popular, el poder proviene de la soberanía que reside intransferiblemente ¿en quién?, en nuestro pueblo.
Hay que promover constantemente mecanismos de participación popular. No es una concesión, es el elemento imprescindible de legitimación de nuestro Gobierno.
Es necesario articular y promover en los espacios municipales y comunitarios las formas participativas para satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Y la gestión municipal hay que basarla en evitar y prevenir problemas en la comunidad, dejando atrás la tolerancia y las justificaciones, y diseñando un verdadero y efectivo control popular; ejerciendo control sobre el cumplimiento de las políticas públicas aprobadas y de su implementación con efectividad.
Es el momento de estudiar y proponer el perfeccionamiento de las políticas públicas existentes o la aprobación de nuevas políticas para enfrentar manifestaciones de pobreza, marginalidad, vulnerabilidad en personas, familias, y comunidades y en atención a los jóvenes y la tercera edad. Esos aspectos también fueron discutidos aquí como continuidad de la reunión que tuvimos con los presidentes de las asambleas municipales del Poder Popular en días pasados.
Compañeras y compañeros:
El país está organizado, tenemos un Partido fuerte, un Gobierno en perfeccionamiento, unas Fuerzas Armadas Revolucionarias y un Ministerio del Interior que forman parte del pueblo, con gloriosas historias y muy leales, y organizaciones de masas que están en renovación de su labor.
El país y la Revolución han sufrido como consecuencia de la situación que hemos atravesado, pero se ha sembrado también patriotismo y heroísmo, se ha sembrado y se cosecha compromiso.
Tenemos que inspirarnos en el pueblo, es una oportunidad de que tomemos conciencia para vencer las dificultades, para luchar y pelear por la victoria sin ningún desaliento.
¡La decisión es de lucha y victoria!
¡A cerrar filas, a luchar por nuestros problemas, a luchar con creatividad, es parte del combate!
Aquí hay suficientes revolucionarios para enfrentar con inteligencia, con respeto y en defensa de nuestra Constitución, pero también con energía y valor, cualquier tipo de manifestación que pretenda destruir a la Revolución.
¡Que sepan los imperialistas que van a tener que luchar contra un pueblo que no se deja engañar, un pueblo suficientemente numeroso, valiente y heroico para luchar al que no le asustan las amenazas!
Cada problema es una oportunidad para tomar conciencia de nuestra responsabilidad, un desafío a nuestra capacidad para vencer las dificultades, una prueba para nuestra voluntad de luchar ¡Hasta la victoria siempre!
¡Preparados y dispuestos a todo por defender lo más sagrado, lo que nos une; a ser consecuentes con la decisión invariable de Patria o Muerte, Socialismo o Muerte y la convicción más profunda de que Venceremos!
Muchas gracias.
(Ovación.)