Martí escribió a la vida, en sus obras quiso explicar la grandeza y valía de esta, la naturaleza, las relaciones humanas, la vergüenza y el honor
Sandino-En estos días como tantas veces quise escribir de Martí. A lo mejor motivada por los hechos vandálicos que trataron, sin lograrlo, de mancillar su imagen. Y es que en cada cubano la figura de Martí es permanente, no hay un lugar, un momento, ni tan siquiera un actuar en el que no prevalezca el legado del maestro.
Desde pequeños aprendemos de su verbo valiente y justiciero contra el gigante del norte. Su letra siempre alerta a esquivar el egoísmo, la ambición, el maltrato, la discriminación, la enemistad, la impureza que no ayudan al hombre a vivir en Sociedad.
Martí escribió a la vida, en cada una de sus obras quiso explicar la grandeza y valía de esta, la naturaleza, las relaciones humanas, la vergüenza y el honor no escaparon de su pluma.
Pero más austero que nada avizoró los desmanes del imperialismo y quiso que nos preparáramos para enfrentarlo. Su lucha fue abierta y constante, segura y consciente.
Fue su gran inteligencia la que unió hombres e ideas, guio acciones y fuerzas, cultivó amores y grandezas.
El Martí de los cubanos no andaba con miramientos, no dejó nunca de enseñar en sus escritos, ensayos, versos libres y sencillos la importancia de cuidar, ayudar y proteger a la Patria.
De Martí habría mucho que escribir, porque nos enseñó a ser cautos, honrados , valientes y consecuentes.
Su imagen de patriota digno y justo nos acompaña en el diario bregar, y como autor intelectual del Moncada su ejemplo imperecedero es junto al de Fidel, Raúl y otros muchos el más grandioso estandarte de las ideas revolucionarias.
Cada cubano honra sus enseñanzas y como amigo sincero
Lo llevamos dentro del alma.
Raisa Días Miranda
