No hubo cuarta película croata, no porque no pudieran, sino porque no lograron abrir la defensa de Francia una y otra vez, uno de los puntos más altos de los galos en todo el mundial. Francia interpretó mejor la final, regaló el balón a los croatas y esperó pacientemente para descargar toda su potencia en ataque.
Es que los galos no juegan «bonito» o «feo», se adaptan a lo que ocurre en cada partido. No obstante, se las arreglan para hacerle uno o cuatro goles al rival sin mirar el palmarés del adversario. Con un centro del campo especializado en desbaratar las acciones del contrario y un ataque balanceado, Les Bleus supieron solventar cada compromiso en forma ascendente. Su temeridad se hizo sentir varias veces en pocos minutos y dejó finiquitado los juegos.
Ahora toca el disfrute y el paseo de la Copa Mundial por los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo y la Torre Eiffel.
(Tomado de Granma)