Tal como había prometido en la tarde del martes, tras impartir indicaciones y recorrer la ciudad de Pinar del Río, el Presidente del Consejo de Defensa Nacional (CDN), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, regresó este miércoles a la provincia para llegar a algunas de las zonas más golpeadas por el huracán Ian
PINAR DEL RÍO.-Tal como había prometido en la tarde del martes, tras impartir indicaciones y recorrer la ciudad de Pinar del Río, el Presidente del Consejo de Defensa Nacional (CDN), Miguel Díaz-Canel Bermúdez, regresó este miércoles a la provincia para llegar a algunas de las zonas más golpeadas por el huracán Ian.
Acompañado por las principales autoridades del territorio, el mandatario cubano pudo apreciar el panorama desolador que dejó a su paso el fenómeno meteorológico más violento que haya azotado a Vueltabajo en los últimos 14 años, e intercambió con sus pobladores sobre la estrategia trazada para la recuperación.
Durante su recorrido, el Primer Secretario del Comité Central del Partido se interesó además por los estragos a la actividad tabacalera, principal rubro exportable de la agricultura cubana.
Al respecto, Marino Murillo Jorge, presidente del grupo empresarial Tabacuba, explicó que se trabaja intensamente para tratar de salvar las hojas de cosechas anteriores que se encontraban en almacenes, escogidas, despalillos y otros depósitos, y que, a pesar de las medidas adoptadas para su protección, se mojaron.
El funcionario señaló que también es muy seria la situación de las casas de cura natural y de cura controlada, y resumió en una oración las afectaciones a una infraestructura imprescindible para la calidad del tabaco en municipios estratégicos como Pinar del Río, San Juan y Martínez y San Luis: «No nos quedó una sola en pie. Hasta las más nuevas que teníamos se las llevó el ciclón».
Murillo señaló que en el caso de las casas de cura controlada se trabaja en la recogida del equipamiento, para volverlo a utilizar, pero su construcción es más compleja y costosa, y por tanto demandará más tiempo.
Por tanto, para poder enfrentar la campaña 2022-2023, cuyas siembras deben iniciar el próximo 20 de octubre, habrá que volver a levantar unas 6 000 casas de cura controlada en cuestión de pocos meses.
Se trata de una labor doblemente ardua para la provincia, teniendo en cuenta que muchos de los trabajadores sobre los que recae la recuperación tabacalera, también tuvieron afectaciones en sus viviendas.
En este sentido, el mandatario cubano afirmó que como parte del apoyo de otros territorios se incluirán, como en otras ocasiones, brigadas de carpinteros.
Dijo, además, que es preciso buscar diseños más robustos para que este tipo de construcciones sean más duraderas y no haya que levantarlas cada vez que nos afecta un huracán.
CONFIANZA EN LA REVOLUCIÓN Y EN QUE NADIE QUEDARÁ DESAMPARADO
«Ánimo, que de esto vamos a salir», con esas palabras, Díaz-Canel inició la conversación con parte del colectivo de la escogida V-13-26, en San Luis, que en la mañana de este miércoles trataba de rescatar la materia prima almacenada en una instalación que tampoco resistió la furia de Ian.
Muy cerca de allí, el Presidente del CDN dialogó con familias que lo perdieron todo, como es el caso de Yaquelina Fontes, quien junto a su esposo y dos hijas relató el drama vivido y expresó que «estamos vivos y eso es lo más importante».
Teniendo en cuenta que la recuperación de la vivienda es la que más tiempo tardará, el Primer Secretario del Comité Central del Partido orientó la atención de quienes han quedado sin techo.
Ronald Hidalgo, presidente del Consejo de Defensa Municipal, explicó que se ha habilitado un centro de evacuación para los casos más necesitados.
En el centro del pueblo de San Luis, luego de recorrer un territorio devastado, donde las evaluaciones preliminares arrojan afectaciones en cerca 85 % del fondo habitacional, Díaz-Canel también intercambió en plena calle con la población, y transmitió palabras de aliento.
Dijo que, en las últimas horas, los presidentes Nicolás Maduro Moros, de Venezuela, y Andrés Manuel López Obrador, de México, expresaron la voluntad de enviar ayuda a nuestro país, y que desde otros territorios de Cuba ya habían partido brigadas de apoyo para contribuir a la recuperación en distintos sectores como la electricidad y las comunicaciones.
No obstante, advirtió que para borrar las huellas de Ian habrá que trabajar entre todos, crear brigadas de vecinos y unir muchos brazos a partir de la movilización popular.
«Hay muchos daños y es en toda la provincia», dijo, pero llamó a tener confianza en la Revolución y la certeza de que nadie quedará desamparado.
Luego, en intercambio con integrantes del Consejo de Defensa Municipal, afirmó que es preciso organizar el trabajo con mucha sensibilidad hacia la gente.
En medio de un escenario extremadamente complejo «debemos tener la capacidad de atender a las personas», recalcó.
El mandatario señaló que un grupo de ministros han estado acompañando a la provincia, definiendo prioridades, y que entre todos podremos salir adelante.
«Si se trabaja duro, en una semana podremos borrar las huellas más visibles para concentrarnos en la vivienda y en la agricultura, que demandarán más tiempo».
CRÓNICA DE UN DESASTRE
Como quien se despierta de una pesadilla, Pinar del Río comenzó este miércoles a poner manos a la recuperación. No hay un solo sitio donde las personas no hablen con sobresalto de su experiencia con el ciclón.
Ian no ha sido el fenómeno meteorológico más intenso que haya atravesado Vueltabajo, pero su recorrido a paso lento sobre la zona más poblada de la provincia –incluyendo su capital–, junto a sus vientos de más de 200 kilómetros por hora, lo ubican entre los más destructivos.
Por eso muchos aquí tienen la sensación de que Pinar del Río no es el mismo, y se sorprenden con el paisaje del territorio donde han vivido toda su vida.
«Si quiere hacer fotos buenas de verdad, vaya a la carretera de Viñales para que vea cuántos postes hay sobre la vía», sugiere Nelson Medina. «Siga por la carretera de San Juan y Martínez, que el mundo se acabó por allá», dice Ricardo Azcuy.
Cada quien siente que la tragedia mayor está a su alrededor; obre todo aquellos que lo perdieron casi todo, como María Casanova o Yosbel Zayas, en el kilómetro 1,5 de la carretera a La Coloma.
«Este techo era nuevo, no tenía ni dos años, y mire dónde lo tiró», dicen.
Ni siquiera aquellos que aseguraron sus cubiertas con sacos de arena tuvieron garantía de que pudieran resistir.
Es lo que ocurrió con Mirna Romero, un par de kilómetros más allá. «Lo protegimos, y así y todo nos arrancó el fibro de un cuarto, la terraza, la cocina y el portal. Era como un monstruo queriendo entrar y uno adentro, aguantando».
Mirna cuenta que hubo un momento en el que no le quedó más remedio que guarecerse dentro de un closet. «Nosotros creíamos que habíamos visto ciclones, pero estábamos equivocados. Aquello era tan infernal que a mí me subió la presión ocular y me dije que lo importante era salvar la vida».
Historias como la suya hoy se escuchan en cualquier rincón de esta provincia, mientras miles de brazos se unen para apilar escombros y ramas, remendar techos y recopilar todo aquello que el viento arrancó y que pudiera volver a utilizarse para ir borrando las huellas del desastre, y que más temprano que tarde esta tierra vuelva a parecerse a lo que fue.