El 20 de agosto de 1909, el doctor Francisco Guasch Ferrer recorre la finca vueltabajera número 385 Santa Rosa. Admira el terreno que recién había comprado
El 20 de agosto de 1909, el doctor Francisco Guasch Ferrer recorre la finca vueltabajera número 385 Santa Rosa. Admira el terreno que recién había comprado a sus dueños, herederos de Juan Manuel Cabada.
Saca su reloj de bolsillo para comprobar que dan las 12 del mediodía. Afloja su corbatín, remanga la camisa, acomoda el saco sobre la hierba. Abre su paraguas y lo cuelga invertido en la rama más próxima, que sacude con la fuerza de su complexión atlética. Así recolecta los insectos que guarda en frascos de cristal para luego examinarlos con precisión.
Contempla de uno a otro lado los 100 metros cuadrados que ha adquirido. Es un terreno llano, limpio de maleza y de escasa vegetación. Sueña edificar allí su residencia familiar; una casa creada a su gusto y capricho imaginativos, distinguida de cualquier otra morada dentro y fuera de Pinar del Río. Un hogar para su amada Agustina y sus hijos.
¿QUIÉN ERA FRANCISCO?
Aunque nació en Quivicán, creció en España. Era hijo de un matrimonio de fabricantes de calzado, de cómoda posición económica. Estudió Medicina y Cirugía en la Universidad de Barcelona, doctorándose en Madrid. Posteriormente realiza su especialización como Tocólogo (Obstetra) en París.
Agustina Udaondo Sabater, su esposa, también radicaba en Barcelona, pero era natural de Consolación del Sur, quizás por eso la pareja regresó a Cuba en 1899, para establecerse en Pinar del Río.
Francisco se considera el iniciador de los análisis clínicos de laboratorio y la radiología en la provincia. De hecho, él fundó la primera clínica privada del territorio a principios del siglo XX. Trataba la sífilis con los más modernos procedimientos para la época; tenía una sala de operaciones y habitaciones para los operados.
Fue alpinista y colombófilo; aunque también practicaba el boxeo, la pelota vasca, el tiro y la esgrima. Dominaba varios idiomas (catalán, francés, portugués, alemán, italiano e inglés).
LOS CIMIENTOS
Las obras comenzarían ese año. El doctor Guasch se encargó él mismo de confeccionar los planos y las plantillas que sirvieron para la construcción y ornamentación.
En 1914 concluyó el consultorio y la casa vivienda y la familia pudo mudarse a la nueva residencia. En 1926 terminó la construcción de la parte oeste, que contaba con un gran salón de música. Entre 1909 y 1927, hipotecó varias veces algunas de sus posesiones y la propia residencia para poder continuar su construcción. Ello limitó su diseño a una única planta de habitaciones y no a las dos deseadas.
VALOR CULTURAL
Muchos historiadores coinciden que fue la primera edificación en el territorio construida puramente en hormigón armado. Portadora de una variante romántica del estilo ecléctico. También influenciado por el modernismo catalán y el historicismo: razonable si se analiza que Guasch fue contemporáneo de Antonio Gaudí (arquitecto español considerado el máximo representante del modernismo catalán), vivió en Barcelona muchísimos años y recorrió gran parte de Europa y Asia.
El arquitecto Leonardo Morales, en su artículo La arquitectura en Cuba de 1898 a 1929, refiere que entre los años 1902 y 1909 se hace sentir con gran peso la influencia catalana, y entre 1909 y 1929 la adaptación de los estilos históricos.
La ejecución del “Palacio” se prolongó casi 18 años, entre las etapas antes definidas, lo cual indudablemente también marcó su diseño arquitectónico. El resultado fue una obra única, profusamente decorada a partir de la originalidad de su artífice, donde los ornamentos son más que un afeite adosado al edificio integrados de manera orgánica.
DECORACIÓN
El propio Guasch presumía de haber erigido esa enorme construcción con solo dos albañiles. Los relieves están elaborados a partir de moldes de madera tallados por él, así como cada detalle interior, mobiliario, luminaria, cristalería fue diseñado meticulosamente por el doctor y materializados en Europa.
Posee el techo plano, decorado con motivos zoomorfos y pináculos. Los pórticos desiguales diferencian la jerarquía de los distintos accesos. Uno se denota por un arco de herradura; el otro define el acceso principal, enfatizado por gigantes columnas y fuertes cornisas.
La fachada está proyectada en pares de columnas y capiteles que develan grotescos seres alados. Las paredes están trabajadas a partir de altorrelieves y sillería (con función estrictamente decorativa), con ventanas enrejadas en las que predominan líneas sinuosas y discretos vitrales en flor.
En el friso destacan escenas de bisontes como remedo paleolítico, ranas y un escarabajo egipcio, que corona el acceso principal y se cree otorga a sus moradores protección contra las enfermedades y la muerte.
LA COLUMNA EGIPCIA CUENTA…
Considero que en el punto de la fachada donde convergen ambos lados de la columnata se erige una de las estructuras más memorables de todo el edificio: la columna egipcia. Es de tipo historiada porque en su “cuerpo” aparecen relieves que aluden a relatos o elementos alegóricos. Destaca por su base amplia a modo de pirámide trunca. Diría que los cuatro dioses egipcios representados –Sejmet, Herishef, Thot y Anubis– no fueron elegidos arbitrariamente por su diseñador.
Sejmet, diosa de la guerra y la venganza, beneficiaba a sus fieles con el dominio sobre sus enemigos y la energía para vencer las enfermedades. No olvidemos que Guasch consultaba en su residencia y su principal misiva era la sanación de sus pacientes.
Herishef es un dios solar, proveedor del sustento, por lo que se asocia a la fertilidad y a la justicia. Guasch además de cirujano, fue médico obstetra, al cuidado del proceso gestativo y las patologías del aparato reproductor femenino. Y si por otro lado, entendemos la fertilidad como un concepto de abundancia, empoderamiento y prosperidad, es lógica la representación de este dios, ya que Guasch provenía de una familia noble y acaudalada, y su insólito y lujoso palacio era también una acertada prueba de distinción social.
Guasch y sus facetas
El dios Thot, de la sabiduría, la escritura, la música, los conjuros mágicos, señor de los inventores y arquitecto que dominaba los trazados de todas las cosas, quedó plasmado como símbolo del arte y la creatividad. Guasch incursionó en la poesía, la edición, la pintura y, por supuesto, en el diseño, la escultura y la arquitectura.
Finalmente, la presencia de Anubis, dios funerario, maestro de los embalsamadores, la asociaría a su gusto por el coleccionismo de coleópteros, mariposas y otros insectos. Ávido estudioso de las Ciencias Naturales, su gabinete estaba lleno de animales embalsamados.
Además, su profesión lo puso frente a la muerte en más de una ocasión. En el plano personal, lo marcó el fallecimiento de tres de sus 10 hijos a causa de un mal diagnóstico de un colega que asoció los síntomas de los infantes al vómito negro, una epidemia que entonces azotó al país. Este suceso lo volvió desconfiado y lo llevó a tomar la decisión de negar cualquier tratamiento médico para su familia que no fuese otorgado por él mismo.
En efecto, es esta columna una alegoría al inconsciente de su creador; marcada cada representación por una personalidad dinámica que se debate entre la ciencia y el misticismo. Si bien predomina en la mayor parte de la edificación una decoración naturalista, a tono con la pasión científica de su creador, llama la atención que este punto focal de la fachada (que es la columna egipcia), esté dedicado a una criptografía más espiritual.
¿CÓMO ERA EL PALACIO?
La parte habitable de la casa estaba constituida por la saleta, varias habitaciones, cocina, baños, cuartos y baños de criados, todo facturado con un exquisito lujo y confort. En el sótano estaba su consulta de Rayos X, para evitar el menor daño de las radiaciones; esta y su laboratorio de análisis microscópico fueron los primeros de su tipo en Pinar del Río.
En el interior articuló piso de mosaicos y zócalos de cerámica vidriada, según la función a la que estaban destinadas las habitaciones, por lo que transitan desde los motivos florales hasta los infantiles.
Las ventanas con vitrales emplomados presentan rejas de hierro forjado labradas artísticamente. En la decoración interior predominaba el bronce en lámparas de techo y mesas, juegos de cuarto, ánforas, argollas, portamacetas y sujetadores de cortina que mostraban figuras de dragones o motivos florales. Muchos de los cuadros, en las paredes, también fueron pintados por el multifacético doctor.
Las galerías adinteladas darían paso a un patio con canteros esquinados sembrados con plantas trepadoras, una pérgola con enredaderas de flores, maceteros y macetas sobre muretes o colgando sobre dinteles; incluso, supondría algunos arriates para el cultivo de plantas medicinales y aromáticas… un ambiente fresco y exótico que confluía al centro, donde antiguamente se erigía una fuente.
En el traspatio estaban situados el garaje, cocheras y caballerizas.
HASTA HOY
Más de una centuria ha transcurrido desde que los primeros cimientos fueron dispuestos. El inmueble estuvo deshabitado por años, luego que los hijos del matrimonio fundaran otros hogares. Los recuerdos familiares, el olor a musgo fresco y las telarañas se adecuaron a las diversas funciones que tuvo a partir de 1950 y hasta 1979, cuando definitivamente se inaugura en su sede el museo de ciencias naturales Tranquilino Sandalio de Noda.
Sobre el Palacio Guasch queda mucho por decir; bien podría dedicarse una investigación exhaustiva sobre su diseño y arquitectura, que analice cada elemento decorativo como un signo, paralelo a la vida de su creador.
Sirva este temprano vaticinio, reseñado en el artículo periodístico El Palacete de Guasch de Fernando Rivero, como homenaje a Francisco Guasch Ferrer, una de las personalidades más influyentes del siglo XX vueltabajero: “(…) La obra de este Soñador, entre todas perdurará como un triunfo grandioso del arte Verdadero…”.
Así, la próxima vez que transite frente al curioso edificio, obsérvelo con detalle… quizás encuentre algún elemento oculto que lo transfiera a otra época.