Presidió el Primer Secretario del Partido Comunista y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, la emotiva gala homenaje por el aniversario quinto de la partida física del Comandante en Jefe
A los humanos nos sobrecogen las fechas. Ellas nos hacen marcar el calendario, medir el tiempo, detectar coincidencias. La tendencia no solo irradia hacia lo personal, donde están nuestros días cumbres, los que no pasan de largo mientras transcurre la vida.
El aprecio de las fechas se extiende con fuerza hacia los seres que amamos, de los que todo suceso nos resulta entrañable. Nadie olvida el cumpleaños ni el definitivo adiós de los suyos, y les son esas fechas también propias, en tanto los tocan, los alegran o los entristecen.
Decir 13 de agosto, 25 de noviembre –también 2 de diciembre, 1ro. de enero y tantas más– nos llevan a un hombre con el que no es preciso haber tenido consanguinidad porque sus fechas han sido asumidas por un pueblo al que también le pertenecen.
Cuando alguna de ellas se acerca, Fidel se nos hace más nuestro. Desde días antes, el suceso en cuestión aflora y se nos presenta.
Llegando ya al 25 de noviembre, no hay quien desconozca que hace cinco años partió del mundo, para vivir en nosotros y en los que nos sucederán, un ser destinado a la vida eterna.
No se lo propuso, sin embargo, llenó sus horas de acciones marcadas por una voluntad decidida a barrer de Cuba para siempre el vergonzoso dominio imperial, y a construir una nueva. Una vida sin descanso lo llevó a protagonizar fechas. No hubo un solo día en la existencia del Comandante que no mereciera recordaciones, porque lo que hizo por su pueblo demandó una constancia ininterrumpida en acción y pensamiento.
No ha podido este lustro ahogar ni un segundo su presencia. En las fechas definitivas que sigue viviendo nuestra Patria, Fidel respira, renace cada día y señala el rumbo hacia un futuro en Revolución, la suya, la nuestra.
ÉL LLENÓ LOS CORAZONES DE SU UNIVERSIDAD
En la misma escalinata, por la que tantas veces bajó triunfante con sus compañeros de lucha, donde al decir de él se hizo revolucionario, los corazones de los jóvenes, guiados por la continuidad en la presencia del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, latieron junto a la Patria y a su pecho de gigante invicto.
Heidi Chapman, con la música de la Banda Nacional de Conciertos, Nelson Valdés, Raúl Torres, Eduardo Sosa, Tanmy López, Annie Garcés, el Coro Nacional y los repentistas Aramís Padilla y Héctor Gutiérrez cantaron para él este 24 de noviembre, y la Compañía Danza Contemporánea de Cuba le bailó, para que el arte se expresara como escudo de la nación.
«El pasado 15 de noviembre fue una de esas jornadas donde un Fidel multiplicado y firme, presente en millones de cubanos, bateó de jonrón los planes desestabilizadores diseñados por los enemigos de siempre. Nuevamente nos subestimaron como nación y, especialmente, subestimaron a los jóvenes», afirmó Aylín Álvarez García, primera secretaria del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas.
«¿Recordarán que hace cinco años hicimos el juramento sagrado de ser Fidel? En su permanente ignorancia política y ciegos de ambiciones, chocan, una y otra vez, con millones, pero no de dólares, si no de cubanos que han hecho suyo el coraje del Comandante. Aquel sueño absurdo de una Cuba posCastro, ese sueño repetido que no se les da, se esfumó. Sí, se esfumó desde el primer minuto en que el guía revolucionario partía a la inmortalidad. Jamás hubo, ni habrá ruptura, ni olvido. Jamás hubo, ni habrá renuncia, ni traición», expresó en nombre de la juventud cubana.
Cuba no olvida, Cuba siente y vive. Es un pueblo entero que lo sabe aquí, determinado y consciente. Es Fidel entre nosotros y, como las obras dignas y honradas, se nos multiplica en la gratitud infinita de los que valoran profundamente los actos nobles.
Hace cinco años partió físicamente, pero no murió, porque no muere el que siembra luz y futuro bajo el manto de una obra tan humana como su Revolución, la cual nos dejó para hacerla más viva y vigorosa, porque en ella él germina cada día.