Celia, La Flor de Cuba, fue de las primeras mujeres en empuñar las armas. Su principal papel lo desempeñó en la preparación del desembarco del Granma en la provincia de Oriente donde organizó a los campesinos de la zona para que le ofrecieran apoyo a los expedicionarios.
Con nueve libras y 12 onzas el 9 de mayo de 1920 nació en la localidad de Media Luna, en la oriental provincia de Granma, la más pequeña de cinco hermanas.
Educada sin convencionalismos, prejuicios ni rigideces, su personalidad se formó a través del sello de su padre Manuel Sánchez Silveira, hombre de ideas liberales avanzadas y el carácter de su madre Acacia Manduley Alsina, siempre alegre y cordial.
El Movimiento 26 de Julio, creado con la finalidad de aglutinar a todos los hombres y mujeres, dispuestos a combatir para acabar con la opresión en el país fue la escuela de sus ideales independentistas y rebeldes.
En condiciones realmente difíciles, desplegó una intensa labor clandestina. Fue enlace principal entre los grupos revolucionarios en Manzanillo, Niquero y Pilón.
Mantuvo en contacto la Sierra y el Llano. Proporcionó suministros y apoyos a los expedicionarios del yate Granma.
Celia en Revolución
Después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959, ocupó el cargo de Secretaria del Consejo de Ministros y de la Presidencia, labor que desempeñó durante 21 años.
Fue miembro del Comité Central y de la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas, organización que hoy la recuerda por su valentía y entrega absoluta en la tarea.
Gracias a ella, contamos con una detallada documentación de la lucha revolucionaria, que responde a su esfuerzo por enriquecer la historia de nuestra revolución, tras recopilar detalle tras detalle todo lo que sucedía a su alrededor.
La Casa de los Cosmonautas, en Varadero, el Palacio de las Convenciones, el Parque Lenin, la Ciudad de los Pioneros José Martí, en Tarará, entre muchas otras, son solo ejemplos vivos de las innumerables obras que se destacan por su belleza y las cuales nos regaló con su maravillosa capacidad de crear.
Pasado el mediodía del 11 de enero de 1980, todas las emisoras radiales y televisivas del país, con profundo pesar, se hacían eco de la noticia: Celia Sánchez Manduley, había fallecido a las 11:50 ante meridiano de aquel viernes.
La pérdida de la mujer rebelde y sensata duele aún por estos días. Su personalidad continúa siendo una leyenda y su legado se multiplica en el pueblo cubano, su pueblo, para el que dedicó cada segundo de su fértil y apasionada vida… por eso hoy vivo con el orgullo de ser cubana y de contar con el legado de nuestra inolvidable Celia Sánchez, La Flor de Cuba.