El 26 de Julio marca un reto: frente a la adversidad, la convicción más firme en la victoria
La Habana, Cuba. – Sesenta y seis años han pasado desde que Fidel y un numeroso grupo de jóvenes revolucionarios asaltaron el cielo y seis años después trajeron la luz de la Revolución, en un batallar de ideas que hoy representa el hecho político, económico y social más connotado del hemisferio occidental.
Las acciones del cuartel Moncada, el hospital Saturnino Lora y el antiguo Palacio de Justicia en Santiago de Cuba, así como el asalto al Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, fueron, como se ha dicho, el motor pequeño que echó a andar el motor grande: el de la Revolución en todo su apogeo.
Hay que aprender y valorar aún más las estrategias, tácticas y la organización de esas acciones colegiadas, y también sobre todo, las convicciones, el arrojo y el coraje de los jóvenes que, ejemplarmente junto a su jefe, lo dieron todo por defender la Patria y cumplir el legado de Martí.
La misma fe en la victoria
El 26 de Julio marca un reto: frente a la adversidad, la convicción más firme en la victoria. Lo acontecido en aquella mañana de la Santa Ana estremeció la conciencia nacional y demostró que las ideas son nuestra mejor arma.
Sesenta y seis años después de esa clarinada gloriosa continuamos luchando frente a los desafíos que nos imponen las circunstancias en un entorno político dominado por un enemigo poderoso y agresivo.
Para orgullo de los cubanos, desde aquel 26 de Julio, la Revolución es hoy referencia de amor propio, soberanía y resistencia para los pueblos que se defienden de la despiadada arremetida imperialista.
Pero también nos llama a consagrarnos a la labor infinita de desarrollar nuestra economía por un socialismo próspero y sostenible. Con esa convicción seguiremos venciendo y ganando batallas.