Con la presencia del líder de la Revolución y General de Ejército Raúl Castro Ruz, así como del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, tuvo lugar en La Habana la celebración con motivo del Día Internacional de los Trabajadores
Este viernes era cinco de mayo, pero los cubanos se debían la celebración del día Primero, en homenaje al proletariado mundial. Se debían esa suerte de expansión, llenando espacios y calles, a la que están acostumbrados desde hace más de seis décadas.
Por eso en las inmediaciones del Hotel Nacional de Cuba, y con la presencia del líder de la Revolución y General de Ejército, Raúl Castro Ruz, así como del Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, tuvo lugar una celebración en la cual confluyeron cerca de cien mil cubanos.
La jornada había comenzado mucho antes: todavía no había luz del día y la luna era un círculo nítido y dorado cuando el Presidente Díaz-Canel dijo a sus compañeros, a los trabajadores del Palacio de la Revolución y de la sede del Comité Central del Partido en señal de que emprenderían una marcha, este viernes, por el Día Internacional del Proletariado: «Nos vamos…».
Pasadas las cinco de la mañana el Jefe de Estado, junto a su compañera Lis Cuesta Peraza, comenzó a marcar el paso de un avance veloz, al frente de una multitud de la cual emergían banderas y lemas en saludo al Primero de Mayo. Más de una hora duró la marcha que este día cinco recorrió la avenida de Paseo hasta desembocar en el Malecón y seguir una ruta que culminó en las inmediaciones del emblemático Hotel Nacional de Cuba.
Los trabajadores arrollaban mientras iban coreando ideas, y una intensidad particular marcó el avance de la marcha cuando todos pasaron frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en la Isla: alguien tras los cristales del sobrio edificio frente al mar debe haber escuchado el clamor de que se ponga fin al bloqueo estadounidense contra la Mayor de las Antillas. Alguien tras los cristales seguramente vio pasar al mandatario con la bandera cubana sobre su pecho.
Una vez todos juntos, una vez que confluyeron las banderas y cubanos de todas las edades, que se imbricaron la dirección del país y el pueblo en las inmediaciones del emblemático hotel, nacieron la música y el verbo para recordar que Cuba no olvida el Día Internacional de los Trabajadores, y que para sus hijos no ha sobrevenido eso que han dado en llamar el fin de la historia.
Se hizo la celebración, este cinco de mayo, para recordar que ahí siguen las clases, el capital y la plusvalía, y que hay millones de seres en el cuarto de máquinas del Titanic, ese barco con el cual el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz comparó al planeta, esa sufrida nave, tan estratificada y asimétrica.
Subió al escenario la joven científica Karen Urrutia Pérez, del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba (CIGB), para compartir su emoción por poder hablar en nombre de los más jóvenes. Habló allí de las vacunas que salvaron al pueblo de la COVID-19, y comentó que «es un orgullo afirmar, una vez más, que esta batalla (la que hoy vive Cuba) la ganaremos entre todos».
Las palabras centrales de la celebración estuvieron a cargo de Ulises Guilarte de Nacimiento, miembro del Buró Político del Partido Comunista y Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), quien afirmó que «Cuba no está sola y nunca lo estará», y que la fiesta del proletariado mundial ha sido dedicada, desde la Isla, al “heroísmo cotidiano de nuestro pueblo”, un pueblo que, como también él dijo, merece ascender en la prosperidad y en los caminos de su bienestar.
Ya el sol había puesto luz en el paisaje cuando cada cubano que estuvo frente al malecón habanero tomó rumbo a su centro laboral o a su hogar. Ya el día -de esos que hoy vive Cuba y que están hechos de resistencia y creación- había comenzado no sin antes dejar claro que los trabajadores, y todos los seres humanos de bien, deben unirse por la bondad, por la emancipación, y por un mundo que sea más humano, donde realmente el Hombre aprenda a ser hermano del Hombre.