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El fervor revolucionario de 1976 lo constata actualmente

Leopoldo Osuna Linares tiene el regocijo de presidir la comisión electoral municipal en Sandino

Con solo 22 años, en 1976 Leopoldo Osuna Linares presidió el colegio número Dos de la circunscripción 61 de Sandino. Hoy día, con seis décadas y media de edad, tiene el regocijo de presidir la comisión electoral municipal.

Y decimos regocijo, porque recuerda que aquella alegría de 42 años atrás sigue impregnada en los habitantes de un pueblo nacido del esfuerzo de la Revolución.

Osuna fue de los jóvenes que respondió al llamado de la nueva escuela; se trasladó desde Mantua en 1970 hasta la secundaria básica en el campo Comandante Pinares como maestro, un centro que abrió el florecimiento de la enseñanza para un lugar otrora muy atrasado por la voracidad capitalista.

Recuerda cómo los jóvenes llegados de otras partes del país se iban nucleando con los vueltabajeros y en medio de edificios bonitos, estrenados a partir de 1964, más las escuelas que se adueñaban del entorno con el desarrollo citrícola, llegó un momento crucial para el país.

Participación en el primer referendo

A pesar de su juventud actuó con responsabilidad en los preparativos del primer referendo, que esa vez buscaba el apoyo y aprobación de los órganos locales del Poder Popular: nacía la institucionalidad propia de la Revolución.

Los resultados del referendo fueron muy significativos: el 97 por ciento fue a las urnas, pero lo más valioso resultó que más del 95 votó afirmativo.

Hoy están las condiciones creadas, dirige a jóvenes y no tan jóvenes ante el nuevo llamado de la nación, las autoridades están capacitadas, existe confianza de los electores en todo el proceso y el 24 de febrero volverán a las urnas para dar su voto por la Constitución y el beneficio del país.

Y aunque su imparcialidad ante el sagrado acto le impide ir más allá de su misión, pero teniendo en cuenta el florecer de Sandino, se supone cual sea la respuesta.

Como bien explica, es un pueblo consolidado. Las empresas Tabacalera y Forestal, la industria láctea, el desarrollo turístico –que prepara sus recursos humanos para el futuro–, más la consolidación de la salud y la educación, hacen de esta parte pinareña un entorno feliz.

Las condiciones están creadas, entonces que el pueblo tenga la palabra.

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