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La importancia del asalto al cuartel Moncada

El asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, aunque militarmente fallido, marcó un hito político e histórico en Cuba al señalar la insurrección armada como vía para derrocar al régimen de Batista y resolver los problemas más acuciantes del pueblo. Este evento dio visibilidad y legitimidad a los jóvenes de la Generación del Centenario, quienes posteriormente jugarían roles cruciales en la Revolución Cubana

Tomado de Cuba Sí

No todos los días se cumplen 70 años de un acontecimiento histórico. El 26 de julio de 1953 ocurrió el asalto al cuartel Moncada y, siete décadas después, una interrogante nos ocupa: ¿por qué las acciones de esa jornada fueron importantes?

Para empezar, vale recordar que, aunque la mayoría de las veces se hace referencia al Moncada para aludir a los sucesos del 26 de julio de 1953, esa mañana jóvenes cubanos también asaltaron el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en la oriental ciudad de Bayamo. El propósito era desviar la atención de la tiranía y evitar que fueran enviados refuerzos desde allí a Santiago de Cuba, donde ocurriría, en paralelo, la toma del Moncada, segunda fortaleza más importante del país.

Estos planes fueron concebidos por una vanguardia juvenil que sería conocida como la Generación del Centenario. Fidel Castro y Abel Santamaría, provenientes del Partido Ortodoxo, lideraron la fase organizativa y las operaciones combativas del día 26.

Quienes se agruparon en torno a ellos no eran los únicos en Cuba que deseaban derrocar el régimen de Fulgencio Batista. Por ejemplo, el profesor Rafael García Bárcena también esbozaba un proyecto afín, cuyo objetivo militar era la toma de Columbia, principal fortaleza de la Isla. Fidel explicó, años después, que estuvo dispuesto a sumarse con su gente a Bárcena. En definitiva, él y sus compañeros declinaron debido a la falta de discreción de los promotores: el plan de Bárcena devino un secreto a voces. «Era la acción más anunciada de la historia de Cuba», diría años más tarde el líder de la Revolución Cubana.

Hubo contactos con otras agrupaciones de oposición a Batista, pero, a la postre, Fidel y sus seguidores decidieron lanzarse por su cuenta. Tomar el Moncada, llamar a una insurrección popular armada y derrocar al tirano serían los primeros pasos para cambiar el status quo de la nación. Sin embargo, el asalto, desde el punto de vista militar, resultó un fracaso.

Aun así, las acciones adquirieron relevancia política para la Cuba del momento y una enorme importancia histórica. Señalaron a la insurrección popular armada como vía para conquistar el poder y trabajar en la solución de las problemáticas del pueblo, una vez demostrado el desgaste de las instituciones y mecanismos políticos tradicionales.

Los combates dieron visibilidad nacional a los jóvenes de la Generación del Centenario. Nombres como los de Fidel, Raúl, Almeida, Ramiro, Montané, Ciro Redondo y otros serían reconocidos con admiración, respeto y cariño por las clases desfavorecidas del país. En tiempos posteriores, ellos contarían, en gran medida gracias a su actuación el 26 de julio, con la legitimidad para protagonizar importantes sucesos del acontecer cubano.

A su vez, la reacción sanguinaria de la tiranía contra parte de los sobrevivientes puso de relieve cuál era la esencia del régimen establecido tras el golpe militar del 10 de marzo de 1952. Aquellos hechos en Santiago de Cuba y Bayamo contribuyeron a la maduración de la conciencia política en sectores de la sociedad antillana, y sirvieron de inspiración y ejemplo a otros individuos y grupos con inclinaciones revolucionarias.

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