Dos grandes juegos de béisbol engalanaron las semifinales de la 58 Serie Nacional y hoy tendremos el quinto juego en Ciego de Ávila y en Santa Clara
Este martes el béisbol cubano se vistió de gala, porque así lo vistieron los peloteros de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Las Tunas y Villa Clara, enrolados en la postemporada de la 58 Serie Nacional, con dos juegos que hicieron que la magia de la pelota cubriera el cielo de la Isla
En la ciudad naranja de Santa Clara, cuando parecía que el refuerzo pinareño de los Azucareros Yosvani Torres firmaba el epílogo de la semifinal entre Villa Clara y Sancti Spíritus en un acta de solo cuatro cuartillas, gracias a una magistral labor desde el montículo, otro refuerzo, pero holguinero, que viste la franela del Yayabo y que responde al nombre de Yordan Manduley, ahogó la euforia villaclareña con un descomunal y al propio tiempo sensacional jonrón de tres carreras en el noveno capítulo con un out.
Fue esta una gran noticia, porque al que le guste el béisbol no se conforma con que las emociones queden en solo cuatro choques, al margen por supuesto de las lógicas intenciones de cada equipo de vencer en cada salida en la postemporada, pues en fases como estas ni la ventaja más grande es un seguro de pase a la final.
El desafío corría por la misma dinámica que Villa Clara le ha impreso a esta serie de play off, hermético pitcheo para congelar los bates de los Gallos, tanto que antes de abrir el noveno Torres cubrió ocho capítulos limitando a sus rivales a solo cinco jits, con igual cantidad de ponches y dos boletos, era todo lo que había permitido el vueltabajero-azucarero. Pero en la última oportunidad espirituana, Geysi Cepeda prendió cohete al centro, se corrió a la intermedia por sacrificio de Dunieski Barroso, y tras la transferencia a Yoandy Baguet, apareció Manduley, a quien José R. Delgado había enviado al banco, por lo que no estuvo en la alineación inicial. Pero este es un hombre grande en nuestro béisbol y en su única vez al bate en el desafío decidió el pleito con su cuadrangular.
Pero si ese batazo se convirtió en la razón por la que hoy tendremos un quinto juego en este cotejo, se debió al otro héroe espirituano, el joven derecho Pedro Álvarez, quien cubrió toda la ruta con un derroche de coraje que lo llevó a una de sus mejores y más importantes actuaciones en su carrera deportiva.
Estaba Álvarez obligado a no fallar a la confianza que deposito su mentor José Raúl Delgado en él y su disposición le hizo escribir una proeza: dejó en cuatro imparables a sus adversarios y ninguno de ellos le tomó más de una base; ponchó a siete, dio tres boletos y golpeó a un bateador. Su único momento de flaqueza fue cuando le anotaron la única en el tercer episodio, donde le conectaron tres de esos cuatro sencillos que toleró.
Este fue un juego bonito, de buen béisbol porque cuando hay dos lanzadores que obran de la manera que lo hicieron Pedrito y Torres, el béisbol se transforma en arte. Ojalá tengamos otros regalos como este en lo que queda de postemporada.
Hoy es muy probable que se repita el duelo del primer choque entre ambos equipos, si los directrores, José Raúl y Eduardo Paret envían a Frank Luis Medina, para defender la lomita de los Gallos, y Freddy Asiel Álvarez a hacer lo mismo en nombre de los Azucareros.
Y si vibrante fue el final en el Sandino santaclareño, en el Cepero avileño, otro partidazo hizo que ni aficionados, periodistas o los que en sus casa disfrutaban de la señal de Telerebelde, pudieran terminar el encuentro sentados. La descarga de adrenalina podía respirarse en la mágica noche beisbolera.
Cinco jits y un sacrificio pueden ser mucho para solo tres carreras, pero fueron las suficientes para que los avileños se fueran arriba en el tercero y era lo que necesitaba el derecho Dachel Duquesne en pos de amarrar cortico a los mismísimos Leñadores, quienes en ocho completos solo pudieron conectarle siete incogibles, ponchando nada menos que a diez de esos furiosos bates, con solo dos bases por bolas. Hoy, frente a ese equipo que es capaz de ganar con su poder o con su velocidad en las bases, lo de Dachel fue una hazaña que permite a los Tigres seguir con vida en la semifinal.
Yander Guevara fue su rescate en el octavo y sacó el último out, pero en el noveno, los tuneros que son especialistas en no perder, sea cual sea la diferencia, salieron a buscar la estocada mortal del 4-0. El combativo pitcher permitió imparables de Yasiel Santoya y Leones Figueredo y tras ponchar al emergente Rafael Viñales, Yunieski Larduet tocó la bola y prácticamente la puso con la mano al costado izquierdo del receptor; voló, como solo él lo hace hacia la inicial para llegar quieto, congestionando las almohadillas a falta de dos outs para la victoria avileña.
Ante ese panorama, el peligroso Jorge Johnson se paró en la caja de bateo y roleteó por el campo corto para dobleplay, pero el tiró a la inicial de Raúl González no fue bueno y quedó con vida Johnson, lo que aseguró dos registros tuneros que cerraron (4-3) la pizarra del Cepero. La tensión subió porque en turno estaba el hombre inspiración de los Leñadores, Don Danel Castro, y el que nunca falla en esos momentos llevó la cuenta al máximo, a tres bolas y dos strikes, para sacar línea tendida al central que metió en tercera a Johnson, con lo cual dejaba al capitán y cuarto bate tunero Yosvani Alarcón la decisión del juego. El timonel de los Tigres extrajo a Yander para instalar en el montículo a Raidel Martínez, y el supersónico pinareño a golpe de rectas de más de 90 millas por horas le recetó al máscara de Las Tunas su cuarto ponche de la noche.
Como en la porfía entre espirituanos y villaclareños, debemos tener acá el remake del enfrentamiento inicial entre Lázaro Blanco por los Tigres y Yoanni Yera, por Las Tunas.
Y qué bueno que ninguna de las semifinales acabó 4-0, así tendremos más pelota, más tensión, más emociones, esta Serie Nacional que estamos viviendo lo merece.