Hoy se cumplen 40 años de la masacre de Cassinga, el 4 de mayo de 1978, en la que perdieron la vida cientos de refugiados namibios a manos de los racistas sudafricanos y en la que la heroica actuación cubana evitó una cifra mayor de víctimas
La barbarie de Cassinga representa el mayor ataque por aviación perpetrado por fuerzas racistas contra los militantes de la Swapo, fuerza política opositora a la ocupación y dominación del territorio namibiano por el Gobierno sudafricano.
Cerca de 600 refugiados namibios, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, perdieron la vida a manos de los racistas del apartheid.
La actuación de las fuerzas militares cubanas, que continuaron su avance a Cassinga a pesar del riesgo de los bombardeos, forzó la retirada de los atacantes y salvó la vida al resto de los cerca de 3 000 refugiados con que contaba el campamento.
La contribución de Cuba no fue solamente militar, consistió también en la asistencia humanitaria a las víctimas de esa masacre, muchas de las cuales se curaron y luego cursaron estudios en la Mayor de las Antillas.
La agresión, que para las fuerzas sudafricanas cumplió su objetivo desde el punto de vista militar, fue una derrota política porque impulsó la adopción en las Naciones Unidas de la Resolución 435, que exigía la independencia de Namibia.
África es un continente con importantes raíces históricas en Cuba, a partir de su participación en la conformación de nuestra nacionalidad.
La actuación cubana en ese continente posterior a la Revolución es también un tributo al aporte de los esclavos africanos que nutrieron con su sudor y su sangre el espíritu de resistencia y victoria de nuestro país.
Cuba siempre ha estado guiada por principios de solidaridad y cooperación con África, como dicta el legado histórico e internacionalista del Comandante en Jefe.
Nuestra cooperación con África ha sido histórica. Hoy se mantienen miles de colaboradores cubanos ayudando al desarrollo socioeconómico de ese continente.