Discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, ante la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela, en ocasión de su visita oficial a ese país. Caracas, 30 de mayo de 2018, «Año 60 de la Revolución»
Discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, ante la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela, en ocasión de su visita oficial a ese país. Caracas, 30 de mayo de 2018, «Año 60 de la Revolución»
Compañera Delcy Rodríguez, presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela;
Compañero Tareck El Aissami, vicepresidente ejecutivo de la República Bolivariana de Venezuela;
Distinguidos invitados;
Querido pueblo venezolano;
Compatriotas cubanos:
Es un honor para mí dirigirme a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, y les expreso, en nombre de Cuba, nuestro respeto y más profunda admiración (Aplausos).
Traigo un fuerte abrazo del General de Ejército Raúl Castro Ruz (Aplausos), quien ha expresado su admiración por la victoria popular alcanzada y que fue contundente el pasado domingo 20 de mayo (Aplausos). Y es esa, precisamente, la razón de esta visita nuestra a la hermana Venezuela.
Nosotros sentimos, en lo personal, mucho apoyo —y así se lo expresamos al presidente Maduro— cuando, solo a dos días de haberse desarrollado la Asamblea Nacional del Poder Popular en nuestro país y cuando pasamos a ocupar la responsabilidad con la que hoy representamos al pueblo cubano, llegó enseguida el calor solidario de Venezuela, de su pueblo, de la Revolución Bolivariana, y Maduro con una comitiva de personalidades del gobierno venezolano visitó nuestro país, el primero que visitaba nuestro país después de esa Asamblea (Aplausos). Y eso lo vimos y lo apreciamos como una enorme muestra de apoyo, de solidaridad, de hermandad y de amistad.
Foto: Estudios Revolución
El domingo 20 de mayo, como muchos cubanos, como muchas familias cubanas, dedicamos el día prácticamente a seguir por televisión lo que estaba sucediendo en Venezuela, todos con la convicción de que se iba a ganar, pero sabíamos que estaban en una situación compleja por toda la campaña mediática, por toda la guerra económica, financiera a la que el imperialismo norteamericano ha querido someter a este pueblo y por toda la voluntad perversa con la que ha querido derrocar a la Revolución Bolivariana; pero sabíamos que acompañándolos también podíamos dar fuerza. Y siguiendo por la televisión las vivencias del pueblo bolivariano que acudía a las urnas para votar por la Revolución Bolivariana, por Maduro, por la continuidad del legado de Chávez, compartíamos la lectura de papeles de trabajo.
Pasadas las 10:00 de la noche, cuando daban el resultado de la victoria de Maduro, sentimos esa victoria como nuestra (Aplausos). Hay quienes acusan a Cuba de prácticas que por supuesto nunca hacemos, de ataques sónicos. Pues ese día había un verdadero sonido muy grande en toda la isla, precisamente, por la victoria de Venezuela, por la victoria de la Revolución Bolivariana (Aplausos). Y tal vez ese sonido emanado de la alegría sí molestó a muchos en los Estados Unidos y en otros confines, a esa derecha que no es capaz de reconocer la legitimidad de un gobierno elegido por su pueblo.
Enseguida que conocimos la noticia, el General de Ejército y yo enviamos mensajes de felicitación y de apoyo al presidente Maduro. De inmediato tratamos de establecer conversación telefónica con el presidente Maduro, pero cuando pedí la llamada y regresé al cuarto donde veía por la televisión lo que estaba sucediendo acá, ya Maduro estaba en el acto de masas que ustedes desarrollaban, y dije: Bueno, ahora es el acto de masas, esperaremos a que termine, si es que hay posibilidad. Al final, pasadas las 12:00 de la noche, pudimos conversar y trasmitirle a Maduro que el apoyo de Cuba a la Revolución Bolivariana es y será siempre invariable (Aplausos).
Igualmente soy portador de un abrazo del pueblo cubano, que admira a sus hermanos venezolanos.
Estamos aquí para expresar respeto a la decisión soberana tomada por el pueblo de Venezuela.
Nuestra solidaridad con Venezuela, con la Revolución bolivariana y chavista, con la unión cívico-militar de su pueblo y con su presidente Nicolás Maduro Moros es invariable.
La elección de esta Asamblea fue una demostración del apoyo popular al proceso bolivariano, en medio de los actos de terror y violencia que sufría el país, en la que el pueblo pudo ver una salida a la paz y al diálogo.
En este mundo en que vivimos, donde están de moda las noticias falsas o las posverdades, la manipulación, las construcciones simbólicas que inducen a la desmovilización y a fomentar el individualismo, parecería que apoyar a Venezuela no está de moda.
Pero a nosotros no nos van a confundir. Aquí estamos defendiendo una opción soberana de un pueblo. Y lo seguiremos haciendo (Aplausos).
Venezuela ha apoyado a Cuba de muchas maneras a lo largo de toda su historia.
La Revolución bolivariana y chavista, el bravo pueblo venezolano, el presidente Nicolás Maduro han apoyado a muchas naciones de nuestra región. Tenemos una deuda de gratitud con este país desde la independencia.
Ahora Venezuela necesita de nuestra solidaridad; necesita el respaldo de los pueblos de Nuestra América en su resistencia contra la criminal guerra política, diplomática, económica y financiera de que está siendo víctima.
Como dijera el General de Ejército Raúl Castro Ruz, “la agresión y la violencia golpista contra Venezuela dañan a toda ‘Nuestra América’ y solo benefician los intereses de quienes se empeñan en dividirnos para ejercer su dominación sobre nuestros pueblos, sin que les importe generar conflictos de consecuencias incalculables en esta región, como los que estamos presenciando en diferentes lugares del mundo”.
Conocemos muy bien esa hipocresía de culpar a las ideas emancipadoras y a los gobiernos populares de los males que generan las políticas, las sanciones y acciones imperialistas de sometimiento, acoso, aislamiento y bloqueo. Nadie puede confundirnos con discursitos humanitarios.
Casi todo lo hemos visto ya: reducción y ruptura de lazos diplomáticos, resoluciones hipócritas de la corrupta e impresentable OEA, coordinación para sanciones financieras y exhortaciones a una sublevación militar.
Debemos repudiar con firmeza los intentos del gobierno estadounidense de resucitar la vieja y agresiva Doctrina Monroe, que pretende retornar la región a la época del intervencionismo.
El contundente triunfo electoral del chavismo en los comicios presidenciales del pasado 20 de mayo constituye una victoria estratégica para la Revolución Bolivariana y para Nuestra América. Esa victoria de ustedes es también una victoria de toda Nuestra América (Aplausos), evidencia el crecimiento político del pueblo y muestra la vigencia del legado del Comandante Chávez en el alma venezolana.
Admiramos sinceramente la valentía y audacia de los revolucionarios venezolanos, de su vanguardia bolivariana y de su unión cívico-militar. Admiramos la talla política y moral del compañero Nicolás Maduro (Aplausos), su paciencia y flexibilidad, su firmeza contra quienes ofenden y atacan sin descanso a su patria.
Solo un pueblo que conozca bien el origen de sus problemas puede no extraviarse entre tanta manipulación y mentiras y dar un ejemplo como el que acaban de dar ustedes los venezolanos. Solo un gobierno radicalmente bolivariano y chavista, como el que se ha elegido, puede anteponer los ideales de unidad e integración continental a las traiciones.
En momentos en que prolifera la mezquindad, mientras varios desertan de trabajar por la Patria Grande, recuerdo lo que dijo el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en esta misma ciudad hace casi sesenta años: “¡Lo que hay que hacer es cumplir con las ideas de Bolívar!”, y todos nosotros vamos a cumplir con las ideas de Bolívar (Aplausos).
América Latina y el Caribe deberían aprender de la experiencia venezolana, porque ante el imperialismo no se puede ceder ni un tantito, como decía el Che.
Estamos hoy en Caracas, en la cuna del Libertador y de la unidad latinoamericana y caribeña. La única forma de enfrentar esos desafíos es uniéndonos dentro de nuestras sociedades y entre países hermanos. Nuestra región debe unirse en toda su diversidad; enfocarse en cómo avanzar en su integración, en su desarrollo sostenible y en la paz.
La Celac, la Unasur y el ALBA-TCP son ejemplos de lo que se puede lograr en materia de concertación. De esas organizaciones, el ALBA-TCP, creado por Fidel y Chávez, sigue siendo el núcleo de resistencia a la oleada imperialista y neoliberal, actuando bajo los postulados de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Compañeras y compañeros:
Como dijera el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, el 3 de febrero de 1999, “Nadie está en las condiciones de ustedes para luchar por algo tan importante y prioritario en este instante difícil, por la unión, la integración, digamos, por la supervivencia si quieren, no solo de Venezuela, sino de todos los países de nuestra cultura, de nuestra lengua y de nuestra raza. Hoy más que nunca hay que ser bolivariano; hoy más que nunca hay que levantar esa bandera de que patria es humanidad, conscientes de que solo podemos salvarnos si la humanidad se salva; de que solo podemos ser libres si logramos que la humanidad sea libre…”.
Por eso estamos hoy en Caracas, en nombre del pueblo y del gobierno cubanos, para cumplir con Martí en el servicio a Venezuela, como hijos suyos.
¡Viva Venezuela! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Viva la Revolución Bolivariana! (Exclamaciones de: “¡Viva!”)
¡Vivan Chávez y Fidel! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)
¡Vivan Maduro y Raúl! (Exclamaciones de: “¡Vivan!”)
Como decimos en Cuba:
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos! (Aplausos prolongados.)
(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)