Día del Teatro Cubano, una celebración de cultura y resistencia

Por Tahiris Montano Ajete
El 22 de enero cada rincón de Cuba resuena con la memoria y el arte. Es el Día del Teatro Cubano, una fecha que nos lleva de regreso a los eventos de 1869 en el Teatro Villanueva de La Habana.
Aquel día, un simple grito de «¡Viva Cuba libre!» durante la representación de una obra de teatro encendió la chispa de la resistencia y dejó una huella indeleble en la historia cultural de la isla.
En este día, no solo recordamos el pasado, sino que también celebramos el presente y soñamos con el futuro. La calle, los parques y los pequeños teatros se llenan de reminiscencias de grandes actuaciones, de risas y lágrimas compartidas, de noches en las que el teatro se convirtió en un refugio y una trinchera.
Aunque no todos los municipios cuenten con eventos grandiosos, la esencia del teatro cubano se siente en el aire.
En Sandino, por ejemplo, los veteranos del arte escénico rememoran con nostalgia aquellos tiempos en que el telón se levantaba regularmente, y las jóvenes generaciones escuchan atentos, sintiendo el peso y la inspiración de su legado.
En muchos hogares, la figura de Agneris Quintana emerge como un símbolo. Recordada por su contribución al retablo y a la locución, su memoria vive en cada esquina del municipio, evocada con cariño por aquellos que tuvieron la fortuna de conocerla y aprender de ella. Su vida y obra representan la tenacidad y la pasión que el teatro encarna, una pasión que sigue viva en los corazones de los habitantes de Sandino.
El Día del Teatro en Cuba es más que una conmemoración; es un canto a la resiliencia, a la capacidad del arte de unirnos y de hacernos fuertes frente a las adversidades. En cada palabra pronunciada en un escenario, en cada suspiro que acompaña a un aplauso, se percibe el latido de una nación que encuentra en el teatro una forma de resistencia y de esperanza.
Hoy, aunque las luces del teatro puedan estar apagadas, el espíritu de este arte se mantiene encendido en cada cubano que aprecia y valora la cultura como una parte esencial de su identidad. Porque el teatro, como la vida misma, es un continuo acto de creación y reinvención.