Congreso Campesino en Armas, suceso que consolidó el apoyo incondicional del campesinado a la causa rebelde y sentó las bases de la futura Reforma Agraria.
Santiago de Cuba.–Como hace 60 años, el General de Ejército Raúl Castro Ruz llegó este viernes hasta «la casita verde» de Soledad de Mayarí Arriba, en el Segundo Frente, donde tuvo lugar, aquel 21 de septiembre de 1958, el Congreso Campesino en Armas, suceso que consolidó el apoyo incondicional del campesinado a la causa rebelde y sentó las bases de la futura Reforma Agraria.
En esta ocasión, el Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba presidió, junto a otras autoridades del Partido y del Gobierno, el acto nacional en saludo al acontecimiento que encabezó, seis décadas atrás, cuando era Comandante y Jefe del ii Frente Frank País.
Aquel cónclave campesino, en concordancia con el contexto de entonces, examinó descarnadamente los desmanes que sufría el país, hizo diana en la miseria y desamparo reinantes en los campos, ratificó la unidad obrero campesina, y abogó por profundas reivindicaciones para el sector humilde encargado de labrar la tierra.
Durante esta jornada de conmemoración también se recordó que fueron más de 200 los delegados que asistieron, en medio de la guerra, a la cita; que no faltó Vilma Espín junto a otras mujeres; que el Congreso fortaleció la unidad en torno al Ejército Rebelde y, sobre todo, trazó el camino hacia la firma, casi ocho meses después, de la justísima Ley de Reforma Agraria que puso fin al latifundio en Cuba y convirtió en dueños de la tierra a quienes verdaderamente la trabajaban.
Una frase de Raúl, a cargo de las conclusiones del Congreso, basta para resumir su trascendencia: «En estos momentos, en esta etapa histórica en que vivimos, sin Reforma Agraria no puede haber Revolución Cubana; y aquí, tal vez por participar en el mismo, no nos percatamos de la magnitud de este acto, porque en estos momentos, en el día de hoy, está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana».
Y precisamente sobre esas bases se fraguó un movimiento campesino que hoy, al decir de Rafael Santiesteban Pozo, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, debe continuar trabajando para incrementar, cada vez más, la producción de alimentos, emplear de modo eficiente los recursos y la tierra, así como sustituir importaciones y aplicar los resultados de la ciencia.
En sus palabras centrales, el también miembro del Consejo de Estado convocó a todos los campesinos del país a intensificar sus labores para conmemorar con niveles productivos superiores el aniversario 60 de la Ley de Reforma Agraria.
Por su parte, Kenia Andrial Kindelán, de la Cooperativa Agropecuaria Emilio Bárcenas, del ii Frente, reiteró el compromiso de los jóvenes campesinos con sus líderes y la obra revolucionaria.
Mientras Emiliano Sosa de la Cruz, especialista en Pediatría de ascendencia campesina, rememoró la extrema pobreza de la zona y puso énfasis en cómo la Revolución cambió la vida de los hombres y mujeres del campo, los mismos que antes del 1ro. de enero de 1959 ocupaban cerca del 50 % de la población total del país.
A su juicio, hay estadísticas que hablan por sí solas: en 1958 la tasa de mortalidad infantil era de 60 aproximadamente y hoy el país exhibe una tasa de 4,0 por cada mil nacidos vivos.
Al concluir el acto político cultural, Raúl saludó a varios de los pobladores allí congregados y seguidamente visitó la escuelita primaria Osvaldo Carvajal Colás, acompañado por José Ramón Machado Ventura, Segundo Secretario del Partido; Lázaro Expósito Canto, primer secretario del Partido en Santiago de Cuba, y otras autoridades del Gobierno.
Raúl se interesó por la matrícula, ascendente a 26 alumnos, por el claustro de profesores, compuesto por nueve maestros, e intercambió con algunos de los pequeños.
Después, junto a una representación de los delegados que asistieron al histórico Congreso, llegó hasta la casa museo que lleva el nombre de la cita campesina, otrora centro nocturno de la localidad y que fue escenario del encuentro de 1958.
Durante el recorrido hubo anécdotas sobre aquellos tiempos difíciles de la guerra, sobre por qué se escogió ese lugar para el Congreso, sobre la valía de los hombres que participaron y se hizo evidente, para todos, cuán lejos está ya la «soledad» de Mayarí Arriba.