La delegación cubana, arribó a la Patria. La Federación Estudiantil Universitaria de Cuba fue ratificada como presidenta de la OCLAE
CARACAS.–La derecha venezolana intentó por todos los medios boicotear el 18vo. Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes (CLAE). La derecha mundial intentó, con todos los medios, ocultarlo. El fracaso de ambas fue proclamado el sábado cuando en el caraqueño parque Los Caobos, tras la última nube de un aguacero macondiano, el presidente Nicolás Maduro cerró ante miles de jóvenes de su país y de toda la región un encuentro que, entre muchas otras, dejó dos señales claras: ¡Se realizó en Caracas y ratificó en la presidencia de la Oclae a la FEU de la Isla más rebelde que ojos de águila han visto!
Aunque su Declaración final es un acto de fe en la lucha estudiantil, la hondura del evento también pudo calarse en la capacidad de atraer y nutrirse de personalidades de la izquierda con títulos académicos y expedientes revolucionarios ya consolidados, como el del Héroe cubano Gerardo Hernández Nordelo, quien afirmó más de una vez que los jóvenes no son el futuro del mundo, sino su presente.
Esbelto vigía frente a los peligros de la guerra simbólica, Abel Prieto Jiménez alertó otra vez contra las trampas del imperio para moldear jóvenes apáticos a los asuntos políticos, obnubilados por la frivolidad y más interesados en figuras famosas que en gloriosos próceres. Contra ese molde, remarcó, tenemos la guía de los ancestros, que concibieron un orden en el cual la felicidad no estaba fundada en el consumo.
Esa última idea entronca con las del boliviano David Choquehuanca, secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América-Tratado de Libre Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), quien llamó a los jóvenes a impedir la recolonización del continente y les enseñó mágicas palabras aimaras como jiwasa, ese «nosotros» que tanta falta hace a la gesta regional, reafirmando que el acervo ancestral americano contiene las claves de la emancipación. No hay que buscarlas fuera.
La politóloga española Arantxa Tirado dialogó sobre la judicialización de la política para borrar los gobiernos de izquierda, a menudo entrampados en procesos «anticorrupción» que no se ocupan de hallar y enjuiciar a los grandes capitalistas que presuntamente corrompieron a figuras que valen más que ellos. La académica explicó la necesidad de hablar de la real naturaleza del capitalismo y discutir temas éticos sin los cuales no se hace revolución.
Los estudiantes han de abrir bien los ojos porque hay mucha mentira en los medios. Como comentó el dirigente sandinista Carlos Fonseca, en sus inicios el actual zarpazo mediático contra Nicaragua vendió como ajustes neoliberales lo que eran medidas progresistas del Gobierno y, tras azuzar la violencia, tejió una matriz de opinión según la cual hasta los infartos eran crímenes de Daniel Ortega.
También presente en el coloquio, el periodista Walter Martínez explicó en vivo un dossier muy actual con dos realidades: la que vivimos y la que conforman los medios. Tras acotar que el patriota Francisco de Miranda llevaba en su tropa 19 cañones –18 convencionales y una imprenta– el destacado comunicador recordó a los delegados al CLAE que el blanco de la guerra mediática no es otro que la mente del enemigo: nosotros. Es por ello, como afirmó otro ponente, que la intervención de Estados Unidos en América Latina comienza en el lenguaje, en la imposición de una sola narrativa.
Todo se trata, según el viceministro de Comunicación Internacional venezolano William Castillo, de la histórica confrontación de dos doctrinas: la imperialista Monroe y la libertaria bolivariana.
Pero los estudiantes también aportaron luces emancipadoras al debate. Jóvenes colombianos denunciaron, por ejemplo, que por intereses del Banco Mundial centros académicos de ese país producen mano de obra barata –a veces, en carreras de dos años– para grandes empresas, al margen de las necesidades nacionales, tal como sucedía en Venezuela hasta la llegada al poder de Hugo Chávez, quien inició el actual proceso de territorialización y ajuste educativo según el reclamo de la nación.
Durante 2018, el Gobierno Bolivariano creó 15 nuevas universidades, vitales en el 5 % de incremento en la educación pública superior registrado en el periodo. Los gobiernos progresistas brasileños–no perseguidos en vano– se propusieron objetivos similares y abrieron más de 30 universidades, mal negocio para el ejecutivo de Bolsonaro, quien teme a los estudiantes, según afirmó una joven delegada de Brasil.
¿Estuvo Cuba callada? ¡De eso, nada! La delegación de 122 jóvenes, con la que muchos querían hacerse fotos e intercambiar, fue activa en cada espacio teórico o social. Las verdades nuestras fueron resumidas por el presidente de la FEU, Raúl Alejandro Palmero: en las 39 universidades del país estudian 125 000 jóvenes, que tienen, incluso, representación en la Asamblea Nacional y en el Consejo de Estado.
Ellos, con sus hermanos de la FEEM, centraron la delegación cubana que en Caracas sacó nuevos filos contra el imperialismo, sus bloqueos y amenazas. Se unieron con toda Latinoamérica en el rechazo a las trampas mediáticas y al odio híbrido que aspira a domesticarnos.
Ninguno de ellos se achicó bajo el diluvio que empapó la clausura. Por el contrario, cuando parecía que un gigante originario baldeaba las lomas que cercan el Valle de Caracas y lanzaba el agua hacia el parque Los Caobos, más fuerte se les escuchó a los muchachos corear aquello de «Cuba y Venezuela, una sola nación, y en este Congreso la sacamos de jonrón». Mientras tanto la derecha, que intentó boicotearles y ocultarles el desafío del CLAE, ni siquiera atinó a descifrar la zurdísima curva de cada palabra.