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Un Día para la Historia

El propósito hoy: reconocer la importante función social de todos los que laboran en el sector y resaltar la obra revolucionaria en este campo.

El 3 de diciembre de 1833 fue para los entonces habitantes de la isla de Cuba y de todo el mundo, un día como otro cualquiera. Nada presagiaba que el nacimiento de un niño entre tantos que vieron la luz por primera vez en la misma fecha, convertiría con el tiempo este día, en una efeméride gloriosa en los anales de la Medicina.

Del matrimonio residente en la villa de Puerto Príncipe, integrado por el escocés Edward Finlay Wilson y la francesa Marie Elizabeth de Barres de Molard, nació un pequeño, que 47 años después, proclamaría su teoría de la transmisión de enfermedades de un sujeto enfermo a otro sano, por vectores biológicos chupadores de sangre.

Ese niño, devenido en científico, aplicó dicha teoría a la solución del misterio acerca de la propagación de la fiebre amarilla, enfermedad que desde 1762 era endémica en Cuba. Descubrió, además, al mosquito Aedes aegypti como el único agente capaz de transmitirla. Y creó el método experimental de producir formas atenuadas del mal en los seres humanos, lo que además de permitirle comprobar la veracidad de sus concepciones y descubrimientos, le posibilitó el estudio de los mecanismos inmunológicos de las enfermedades infectocontagiosas. Por otro lado, formuló las reglas básicas para erradicar al mosquito, que todavía se aplican como medida preventiva, con lo que dio inicio al procedimiento sanitario social conocido como lucha antivectorial.

Por sus grandes contribuciones para librar al hombre de los terribles estragos de la fiebre amarilla y erradicar otras enfermedades, se le considera al doctor Carlos Juan Finlay Barrés un benefactor de la humanidad y el más grande científico cubano de todos los tiempos.

Después del triunfo de la Revolución cubana, se consideró que el 3 de diciembre debían ser objeto de homenaje todos los trabajadores que de cualquier forma, dedican su esfuerzo a las disímiles labores que tienen que ver con el fomento, la preservación y el restablecimiento de la salud dentro o fuera del país.

En honor a todo lo antes expuesto, celebramos cada año en esta fecha el “Día de la Medicina Latinoamericana y del Trabajador de la Salud. El propósito: reconocer la importante función social de todos los que laboran en el sector y resaltar la obra revolucionaria en este campo.

Millones de personas de varias latitudes del mundo y residentes en lugares inhóspitos, reciben cada año la asistencia medica de especialistas, enfermeras y técnicos cubanos, ayuda que demuestra la grandeza de la obra humana y vocación solidaria de nuestra Revolución.

Hoy batidos entre la vida y la muerte, luchan por salvar a la gente de una pandemia que afecta no sólo a Cuba sino a gran parte del mundo. Ellos están ahí en primera línea de Combate , mientras otros están buscando la solución entre teoría y práctica en los laboratorios. Reciban la mayor de las felicitaciones y para los que se encuentran cumpliendo con su deber en otras regiones del mundo, agreguemos el solidario respeto por su altruista labor.

Medicina cubana; luz y esperanza para el mundo

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