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Venezuela y el golpe de Estados (Unidos)

Una reciente encuesta de la empresa Hinterlaces reveló que el 81 % de los venezolanos no conoce a su presunto mandatario, Juan Guaidó, uno de los terrícolas más mediáticos del momento

Una reciente encuesta de la empresa Hinterlaces reveló que el 81 % de los venezolanos no conoce a su presunto mandatario, Juan Guaidó, uno de los terrícolas más mediáticos del momento

Caracas.–¿Alguien duda de que quede magia en este mundo? Cuando hilvanaba estas líneas, más de 49 millones de resultados les decían en menos de un segundo a los curiosos de Google quién es, qué hace o qué pretende deshacer Juan Guaidó –esa suerte de dreamer criollo que quiere regalarse en su propio país la fantasía de ser presidente–, el mismo que apenas unas semanas atrás no ganaba un titular de boletín escolar. De hecho, una reciente encuesta de la empresa Hinterlaces reveló que el 81 % de los venezolanos no conoce a su presunto mandatario, uno de los terrícolas más mediáticos del momento.

El Monitor país, que así se llama el estudio de este propio mes, estableció en 1 580 entrevistas que, pese a su «diputancia», solo el 11 % de los que saben de él tiene un criterio favorable del susodicho. De seguro, quienes sí lo han retratado bien, o al menos entienden de lo mucho de que es incapaz, son sus rubísimos mentores de la Casa Blanca.

En una tierra donde el horario es tan flexible como los relojes blandos de Dalí, los hechos locales en torno al 23 de enero pasado impresionaron por su sincronización internacional: solo unas horas después del llamado incendiario del vicepresidente Mike Pence, que no tuvo reparos en trocar Twitter –y esta, en prestarse al juego– de una red social a una red de odio, el diputado y flamante presidente de la Asamblea Nacional apeló, sin pasar por las urnas, al público asalto de la presidencia. Pocos minutos después de la juramentación de Guaidó, Donald Trump reconoció al impostor como mandatario interino y haló la cuerda para que un coro de traidores a Nuestra América y varios solistas desafinados de otras regiones entonaran la farsa.

«Hoy estoy reconociendo oficialmente al presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Juan Guaidó, como el presidente interino de Venezuela», «blablableó» Trump con pose santificadora, como si alguna forma de vida en el sistema solar ignorara que estaba bendiciendo un intento golpista.

Trump parece coleccionarlos y a Venezuela, como a toda Latinoamérica, le ha caído encima la sal de los «Mike», porque, además de Pence, el otro, el secretario de Estado Pompeo, confesó sin rubor que su Gobierno trabaja desde hace dos años por cambiar el de Miraflores para establecer «una verdadera democracia».

Con tal desembozo imperial no hay que frotar una lámpara para entender por qué los teléfonos incautados a los militares alzados en la caraqueña Cotiza tenían registradas, unas horas antes, llamadas desde el exterior.

Desde su atalaya universal Donald Trump ungió al «presidente interino» pasando por alto un curioso detalle: en la Constitución de Venezuela no está contemplada esa figura. Tal tropiezo lexical es otra evidencia de que, a pesar de los espejuelos de 3d que la Casa Blanca reparte para verlo, Juan Guaidó no será, como estadista, más que un débil holograma, uno de esos cometas solo divisables con la imaginación.

Los matices son inéditos, singulares, inverosímiles a veces, pero nunca graciosos. Lo que se juega es grave y va más allá de Venezuela. Ese afán de Gobierno paralelo, que no comenzó ahora, está orientado a provocar, y puede hacerlo dentro y fuera del país, choques de aciagas consecuencias.

Un ejemplo: mientras el Gobierno chavista decidió el retiro de Venezuela de la oea, la Asamblea Nacional en desacato designó un embajador que sin duda se ocupará en el «Ministerio de Colonias» –¡oh, triste sino el de los vendepatrias!– de hacer la vida más difícil a sus hermanos.
La contrarrevolución venezolana tiene además a una «Fiscal General» soñando injusticia desde Bogotá y a un «Tribunal Supremo en el exilio» cuyos magistrados, cual adolescentes en chat de recreo, se reúnen por internet para enturbiar el orden del país.

Muchos en Venezuela comentan las semejanzas de esa fórmula con el funesto Consejo Nacional de Transición que, diseñado e impuesto en Libia por el Gobierno de Estados Unidos, consiguió en 2011 el reconocimiento de varios países y hasta de la onu –en detrimento del Ejecutivo de Muammar al-Gadafi– para dar pico y garra a la rapiña ajena que en poco tiempo cazó y mató salvajemente al estadista africano, y convirtió, y no es metáfora, su próspera nación en un desierto.

Tal vez ese sea el paisaje que, después de una invasión, quiera para Venezuela Luis Almagro. El Secretario General de la agrupación que organiza los estados «a la norteamericana» felicitó a Guaidó y lo instó a «impulsar el retorno de la democracia al país».

Pero no basta con palmaditas al hombro: ser presidente, aunque sea en modo clon, requiere «piernas» y otras cosas firmes. Diosdado Cabello, uno que preside de verdad –la Asamblea Nacional Constituyente–, reveló en su programa Con el mazo dando que el martes 22 de enero se reunió en secreto con Guaidó, a pedido de este, quien le dijo en el encuentro cosas contrarias a lo que haría después.

«Dice que fue muy presionado por todo el mundo. ¡Presión vas a llevar de nosotros, para que sepas!», le anunció en pantalla el recio dirigente chavista. Si el presunto mandatario intenta desmentirlo, Cabello hará públicos los detalles del diálogo, incluidas, según dijo, lágrimas.

Este mundo es un viejo conocido; el que sigue las noticias sabe bien quiénes apoyaron enseguida a Maduro y quiénes le dieron de nuevo la espalda al sueño de Bolívar.

Hay detalles reveladores: el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, inició un desfile de respaldo a su Comandante real que fue continuado por todas las Fuerzas Armadas.

Es el rostro digno de la Latinoamérica patas arriba en la que uniformados honorables tienen que denunciar los golpes de Estado promovidos por hombres de saco y corbata rendidos al capital.

El 23 de enero, Guaidó y sus titiriteros –presuntamente civiles– quisieron hacer coincidir el aniversario de la caída de una dictadura militar con la proclamación de un golpe que daría paso a un régimen innombrable. Los avances de un gobierno de cualquiera de los Guaidó de la oposición están a la mano. María Corina Machado, la coordinadora de Vente Venezuela, dijo en una entrevista que «si Maduro quiere preservar su vida, debe entender que llegó la hora de aceptar que el tiempo se les acabó». ¡Un proyecto muy democrático!

Guaidó también tiene lo suyo, pues puso las manos en los actos violentos de 2007, 2014 y 2017 y llegó a afirmar que los asesinatos de motoristas con trampas de alambre, en esos dos últimos años, habían sido montajes del Gobierno.

Por sensato que es, un ejemplo, el llamado de la Cancillería rusa a los políticos opositores al chavismo a «no convertirse en peones en el juego de ajedrez de otra persona», yo diría que es tarde: esas piezas grises llevan tiempo en el tablero de la Casa Blanca.

Hace justo una semana, la oposición pretendió lanzarse, por enésima vez, a la «batalla final». No conocen su país: en Venezuela se pelea cada jornada. Habrá batalla mil años porque Bolívar, ya lo dijo Martí, no ha acabado todavía.

Cual si llevara la camisa de Nicolás Maduro –¿cómo le quedaría, por cierto?–, Juan Guaidó emitió un comunicado para contradecir al presidente real y afirmar que «seguiremos manteniendo las relaciones diplomáticas con todos los países del mundo», con lo que incitó a quedarse a los diplomáticos yanquis que el líder chavista acababa de expulsar.

Está sirviendo en bandeja, con el nerviosismo de los malinches, el sangriento conflicto de Caracas con la mayor potencia militar de la Historia.

No extraña que el ambicioso joven dijera en privado a Diosdado Cabello, con la sazón de unas lagrimillas, algo muy diferente a lo que a la postre hizo: si tocara pelear a los bravos hijos de El Libertador, no hay duda de que él se haría a un lado, como indiscutible presidente enca(r)gado.

CONTINÚA EL CERCO ILEGAL A VENEZUELA


El asesor de Seguridad de ee. uu. , John Bolton, anunció la imposición de sanciones contra la petrolera venezolana pdvsa. Comprenden el congelamiento de 7 000 millones de dólares en activos de esa empresa y una pérdida de 11 000 millones de sus exportaciones durante los próximos años, según el secretario del Tesoro de ee. uu., Steven Mnuchin.

También Bolton expuso accidentalmente ante las cámaras su libreta de notas en una rueda de prensa. En su hoja se lee: «5 000 tropas a Colombia». Políticos y analistas interpretan que se trata de una preparación contra Venezuela.

El abogado de Derechos Humanos, Arilio Uribe, increpó al Congreso de su país: «Van a traer tropas a Colombia, nos van a meter en una guerra internacional, ¿y el Gobierno qué dice?».

El Departamento de Estado de ee. uu. certificó la autoridad del diputado opositor Juan Guaidó, autoproclamado presidente encargado de Venezuela para recibir y controlar ciertos activos venezolanos mantenidos en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York o cualquier otra entidad bancaria asegurada en ee. uu.

Esta certificación se aplicará a activos mantenidos en cuentas que pertenecen al Banco Central de Venezuela o al Gobierno de Nicolás Maduro.

La intervención en las reservas económicas de Venezuela por ee. uu. constituye un acto de piratería internacional que puede suscitar un pleito ante la Corte Internacional de Justicia. Lo más probable es que los recursos serán directamente utilizados por las potencias que pretenden injerir en Venezuela, dijo el abogado Enrique Santiago Romero.

El canciller ruso, Serguéi Lavrov, denunció el cinismo de ee. uu., al anunciar sanciones contra pdvsa. «Nuestro país de ninguna forma dejará de defender, por todas las vías probables, el respeto al Derecho internacional en el caso de Venezuela y reafirma el apoyo a su presidente constitucional Nicolás Maduro».

China se opone a las sanciones unilaterales contra Venezuela impuestas por ee. uu. «China seguirá cooperando con Venezuela en condiciones de igualdad, beneficio mutuo y desarrollo general. Los países que promueven las sanciones deberán responder por las graves consecuencias que acarrearán», afirmó el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Geng Shuang.

 

 

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