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Cuba en París-2024, misión cumplida

Llegan hoy a la Patria los integrantes de la gloriosa y victoriosa delegación a los Juegos Paralímpicos, encabezados por sus abanderados, Omara Durand y Robiel Yankiel Sol

Cuando el pasado 9 de julio, a la luz del Maestro, en la Plaza de la Revolución, las delegaciones olímpica y paralímpica a París-2024, recibían el estandarte nacional de manos del Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, no se estaba solo abanderando a un grupo de deportistas, sino a Cuba.

Hoy, en las manos de los paratletas llega el pabellón patrio a su pueblo, como mismo lo hizo antes, el día 12, en las de los atletas, para entregarla victoriosa, con la misión cumplida por los hijos de una pequeña, pero gigante Isla.

Mijaín López e Idalys Ortiz la trajeron en sus campeones brazos, él con su quinto lauro, convertido en símbolo del deporte mundial, el único con cinco coronas en un deporte individual. Ella, premiada por su pueblo, porque, aunque sin subirse al podio, pues no le hacía falta, dejó en el tatami la huella de una mujer espartana, esa que solo se siente realizada con el escudo o sobre este.

Hoy, Omara Durand, la trae de regreso, galardonada con sus 11 medallas de oro, con el sello de su despedida de las pistas, y con el ejemplo de resistencia y victoria de la mujer cubana, fidelista, como lo dice a todo pulmón y con orgullo. De esas cualidades jamás se retira una campeona. La porta junto a Robiel Yankiel Sol, que volvió a volar cual saltamonte dorado para su segundo pergamino dorado.

Él fue, el 3 de septiembre, el primer campeón de la comitiva paralímpica en la Ciudad Luz, y ella, el día 7, la que se encargó de cerrar la senda áurea de su país, además, con la presea 80 del paratletismo en la historia de estas citas, el deporte de más podios de Cuba.

Los dos abanderados hicieron, con sus triunfos y con ese mágico paralelo, medallistas a cada uno de sus compañeros de delegación, a los 21, pues todos fueron la expresión de un país que ha levantado un monumento a los derechos.

Cuba volvió a vibrar con el coraje de Yunier Fernández, y con el potente jabalinazo de Guillermo Varona. El de paratenis de mesa puso a ese deporte en el medallero cubano de estas citas por primera vez, como mismo lo hizo Pablo Ramírez, en las parapesas, en la modalidad de potencia; y también, por primera vez, la Mayor de las Antillas sube a la tabla de preseas a cuatro deportes.

Hoy la Patria le abre los brazos para premiarlos por tanta entrega, por las emociones que desbordaron en su pueblo, por el sano orgullo de saberlos cubanos fieles; por enseñarnos que los sueños se hacen realidad, que el esfuerzo se premia y que la esperanza existe.

Hoy es un día de fiesta, porque cuando el padre, la madre, el esposo, la hija o el hijo, entre en su casa con el pecho hinchado por la misión cumplida, también habrá entrado Cuba para darle a las familias de los paradeportistas el honor de la medalla de oro.

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