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Ellos ya tienen el Premio

El Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, compartió con los integrantes del Contingente Henry Reeve recién llegados a la Patria luego de cumplir humanitarias misiones en Venezuela, Guinea Conakry y Honduras

En Cuba, cada encuentro de la dirección del país con sus colaboradores de la Salud que han partido hacia otras latitudes para compartir saberes y echar la suerte con miles de seres humanos, se convierte en un homenaje a la hermandad que tanto desveló a la Revolución desde su nacimiento, y que tanto inspirara al Comandante en Jefe Fidel.

Tal certeza explica que este lunes, en el Centro Internacional de Salud La Pradera, muy temprano en la mañana, el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, reflexionara sobre el valor de la solidaridad en un planeta que, después de la pandemia del nuevo coronavirus, no volverá a ser el mismo, ni siquiera parecido.

A nuestros colaboradores, integrantes del Contingente Henry Reeve y recién llegados a la Patria luego de cumplir humanitarias misiones en Venezuela, Guinea Conakry y Honduras, el Jefe de Estado dijo hacia el final de un intercambio útil y emotivo:

«Estaba meditando aquí, mientras los escuchaba a ustedes, en todo el aporte que han dado, y creo que la COVID-19 le ha demostrado al mundo lo necesario de la solidaridad, de la colaboración entre los países, entre los pueblos; y ojalá ese sea un elemento paradigmático que la humanidad asuma para el futuro, después de que pueda valorar con calma, con sentido de aprendizaje y de enseñanza, todo lo que ha sucedido con esta pandemia».

Acompañado del primer ministro, Manuel Marrero Cruz; del titular de Salud Pública, José Angel Portal Miranda, y de otros dirigentes, Díaz-Canel abrió la jornada de la mañana con preguntas muy familiares: «¿Cómo están? ¿Bien? ¿Deseosos de llegar a casa?», y seguidamente expresó a los internacionalistas: «Para nosotros este encuentro hoy con ustedes tiene una significación particular».

Lo comentó, en primer lugar, porque el intercambio sucedía en medio de una jornada que la Isla ha vivido de conmemoración del aniversario 15 del Contingente Henry Reeve. Han sido días, afirmó, marcados por merecidos reconocimientos y recuentos de lo que ha significado ese ejército por la vida.

El mandatario no pasó por alto que los colaboradores de esas brigadas «han estado trabajando en apoyo a otros países en el enfrentamiento a la COVID-19; han tenido un comportamiento que honra esos preceptos fundacionales que tuvo el Contingente cuando el Comandante en Jefe lo concibió».

La otra razón que confirió al encuentro una significación particular fue, en entender del Presidente cubano, que los protagonistas han regresado a la Patria con una valiosa experiencia adquirida, «en medio del batallar contra la pandemia en otros confines del mundo, en un momento en que nosotros estamos intensificando todo un grupo de acciones para superar este rebrote que hemos tenido».

Díaz-Canel subrayó la idea de que, una vez superado el rebrote, el país pueda pasar a una «convivencia, digamos, más en normalidad, teniendo en cuenta que la enfermedad va a estar presente, pero que tenemos que pasar a una activación gradual de la vida económica y social, y enseñar a las personas a convivir con responsabilidad».

«Por lo tanto, explicó, estamos proponiendo cambiar, o modificar, o perfeccionar algunos de los protocolos, sobre todo los que tienen que ver con la vida, con la organización, con la manera en que tenemos que intensificar el pesquisaje»; y habló seguidamente sobre la importancia de cambiar el modo de atender en el futuro a las personas más vulnerables, y a quienes han sido contagiados por la COVID-19.

El dignatario hizo alusión a un grupo de propuestas que llevarán en sí todos los esfuerzos que el Gobierno ha estado realizando hasta hoy, y también incluirá la responsabilidad ciudadana, la familiar y la social, así como la participación de la población a través de las organizaciones de masas. «Creo que con todo ese sistema, dijo, nosotros podemos estar en una situación ventajosa para seguir enfrentado la pandemia sobre la base de la experiencia que hemos adquirido, y de las propias experiencias que traen ustedes».

ESENCIAS DE LAS TRES BRIGADAS

A los integrantes de los grupos que tuvieron varios escenarios para el trabajo, Díaz-Canel les extendió una valoración general: «Quería destacar que estas son tres brigadas que en ámbitos diferentes han desempeñado un papel fundamental y han tenido un reconocimiento importantísimo de las autoridades, del pueblo con el que (…) laboraron.

«De la brigada de Guinea Conakry, destacó, hay que decir que realizó una excelente labor, con importantes indicadores en sus resultados en el hospital donde trabajaron (sus integrantes)», y con un reconocimiento importante del Gobierno de esa hermana nación, sin que faltasen la gratitud y la admiración del pueblo anfitrión.

La brigada que estuvo en Honduras, comentó el Jefe de Estado, realizó un trabajo intenso en muchos lugares de ese país, «con un reconocimiento tremendo. Conocemos de anécdotas muy emocionantes de cómo la población acudía y recibía también los servicios de la brigada», la misma que fue condecorada con la «Cruz del Comendador» por parte del gobierno hondureño.

En cuanto a la brigada que partió hacia la República Bolivariana de Venezuela, Díaz-Canel recordó que esta fue la primera en abanderarse, «cuando casi que estábamos iniciando aquí en Cuba el enfrentamiento a la pandemia».

Fue una brigada de refuerzo, que asesoró, que ayudó a ordenar los protocolos de actuación en Venezuela, que tuvo un trabajo intenso, de organización en cada una de las localidades de esa hermana nación, apuntó el mandatario, quien resaltó también la gratitud del pueblo de Bolívar, algo que el Presidente Nicolás Maduro, contó Díaz-Canel, patentiza en cada conversación telefónica.

«Creo, reflexionó el Presidente, que son tres brigadas que han tenido un meritorio trabajo, un exitoso trabajo, y nosotros estamos muy orgullosos de ustedes, de que sean capaces en medio de situaciones tan complejas como las que se viven en el mundo con esta pandemia, de dar esos resultados que ya son reconocidos a nivel internacional.

«Ustedes saben, acentuó, que hay varias personalidades, y hay instituciones que han estado planteando que (ustedes) merecen el Premio Nobel de la Paz. Y nosotros sabemos que, lo den o no, en fin de cuentas todas esas naciones en las que ustedes han dejado esa estela de trabajo y esa huella, les han dado el mayor de los premios que es el de los reconocimientos populares, que son mucho más abarcadores, mucho más sentimentales, mucho más expresivos y mucho más agradecidos que otro tipo de distinción».

DE ANÉCDOTAS, EMOCIONES Y DESPEDIDAS

En este tipo de encuentros no faltan las voces de quienes vivieron historias de entrega y solidaridad. José Ernesto Betancourt Lavastida, por ejemplo, quien estuvo al frente del grupo que partió hacia la República Bolivariana de Venezuela, contó cómo la vida impuso seguir al pie de la letra los protocolos de bioseguridad. En una misión que abarcó a todo el país, la intensidad y la imbricación de los profesionales de ambas naciones marcaron cada paso.

La licenciada en Enfermería Josefa Maritza Noriega Martínez, quien estuvo en Guinea Conakry, en salas de terapia intensiva, habló de hermandad, y de cómo un paciente la tomó por sorpresa cantando «Cuba, qué linda es Cuba…».

Cuando tocó el turno a Emiliano Sosa de la Cruz, especialista en Pediatría y que también luchó a brazo partido por la vida en Guinea Conakry, los presentes pudieron imaginarse el hospital de cinco pisos donde, de un lado al otro, nuestros especialistas iban sin descanso en busca de los niños que no estaban en salas específicas, sino entreverados con sus familiares.

A este hombre que hizo un equipo de trabajo «maravilloso» con los colegas del país visitado, no había temor que lo empequeñeciera: ya se las había visto cara a cara con el virus del Ébola; y esta vez, como él dijo, podía despistar mejor a la muerte.

De lo vivido en Honduras contó el licenciado en Enfermería, especializado en terapia intensiva, Julio Antonio Barrero Solano. Ya él había estado en Pakistán y en Venezuela, y ahora le tocó ser protagonista de cómo un hospital materno se transformó en un lugar para enfrentar la COVID-19.

Él no podrá olvidar a un paciente que solía decirle: «Julio, ¿llegaste?», lo que significaba que, cuando el cubano aparecía, o sea, cuando llegaba la caricia de humanidad, el enfermo empezaba a curarse.

Otras voces fueron escuchadas. Y todas tenían como factor común ese amor por el otro. Por eso el Presidente Díaz-Canel afirmó: «con el ejemplo de ustedes, con la consagración de ustedes, con la entrega y con los resultados, indudablemente se ha fortalecido y también se ha multiplicado (el sentimiento de solidaridad); y creo que ustedes también le han enseñado al mundo el valor de la solidaridad, cuando se lucha, sobre todo, por evitar la muerte y por salvar vidas.

«Los agradecidos somos nosotros a ustedes, porque nos hayan dado la posibilidad de este encuentro y que ustedes nos hayan transmitido sus enseñanzas.

«Les deseamos un feliz regreso a las casas, que compartan con sus familias; y después que pasen esos días, entonces incorporarse para que eliminemos también el rebrote entre todos. ¿De acuerdo?».

Como recuerdo del momento lleno de humanismo, cada internacionalista recibió un presente que les ofreció el Presidente Díaz-Canel: la bata sanitaria con la marca que distingue a Cuba, y una postal firmada por el Jefe de Estado, a modo de reconocimiento por tan valiente e intensa entrega.

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