
Por Tairis Montano Ajete
El sol del 3 de diciembre se abrió paso entre las nubes como si supiera que la jornada no era cualquiera. En cada rincón del municipio de Sandino se respiraba la memoria de Carlos J. Finlay, padre de la medicina latinoamericana, y el eco de Manuel «Piti» Fajardo, médico y combatiente que dejó su vida en el Escambray.
Ese mismo día, en acto solemne, la Central de Trabajadores de Cuba y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Salud entregaron la Distinción Manuel Piti Fajardo a tres profesionales que han hecho de la constancia un modo de vida.
El primero en ser nombrado fue el Dr. Pedro Ramírez Sosa, cuya trayectoria se ha convertido en referencia de entrega y disciplina. Su nombre, corregido con la dignidad que merece, resonó en el salón como símbolo de respeto a la memoria viva de la medicina en Sandino.
Le siguieron la Lic. Belkis López López, especialista en Laboratorio Clínico, y la Lic. Raisa Pérez Pedrosa, enfermera que ha sostenido con firmeza la atención a generaciones de pacientes.
Odairys Díaz Pérez, secretaria general de la CTC en el municipio, recordó que «la coincidencia de este acto con el Día de la Medicina Latinoamericana engrandece el homenaje, porque nuestros trabajadores son herederos de una tradición que une ciencia y humanismo».
Los presentes no solo aplaudieron la entrega de las distinciones: celebró también la certeza de que la salud pública cubana sigue siendo un baluarte de dignidad.
En Sandino, este 3 de diciembre no fue solo una fecha en el calendario. Fue un día en que la historia se hizo presente, en que los nombres de tres profesionales se inscribieron en la memoria colectiva, y en que la vocación médica se reafirmó como un acto de amor y resistencia.





