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Ginecólogo cubano asiste parto de quintillizos en Argelia

Por Tairis Montano Ajete

En una sala sin protocolos escritos, en un país donde la mujer no siempre decide sobre su cuerpo, el ginecólogo cubano Alexis Ferrer Carmona asistió un parto de cinco. Cinco vidas, cinco latidos, cinco llantos que rompieron el silencio de una cultura que a menudo calla lo que duele.

El hecho ocurrió en un hospital público del sistema de salud argelino, donde el doctor Ferrer Carmona cumple misión internacionalista desde hace seis años. El alumbramiento, de altísimo riesgo, fue atendido con éxito gracias a su pericia profesional, su temple humano y su capacidad de actuar con precisión en contextos de escasos recursos y estructuras médicas fragmentadas.

Desde el punto de vista clínico, un parto de quintillizos suele resolverse mediante cesárea programada, dada la complejidad que implica el manejo simultáneo de múltiples fetos. Sin embargo, en este caso, el procedimiento fue aún más desafiante: sin acceso a protocolos actualizados, sin un equipo especializado en embarazos múltiples, y con las limitaciones propias de un sistema donde la atención primaria es deficiente y la autonomía de la mujer está condicionada por factores culturales y legales.

Aun así, el doctor Ferrer Carmona logró lo que parecía improbable: preservar la vida de la madre y de los cinco recién nacidos. Lo hizo con manos firmes, con conocimiento profundo, pero también con algo más: con ternura. Porque en medio del quirófano, entre bisturíes y respiradores, también se necesita saber mirar a los ojos, sostener una mano, decir sin palabras: «Estoy aquí, usted no está sola.»

Este parto no fue solo un acto médico. Fue un pacto. Un pacto con la vida, con la dignidad, con la medicina que no se rinde. Un pacto quíntuple, como los cinco hijos que ahora respiran. Un pacto que honra lo mejor de la vocación cubana: salvar, incluso cuando todo alrededor parece decir que no se puede.

Para quienes aún preguntan qué significa ser médico cubano en misión, esta historia responde sin alardes: significa estar donde más se necesita, hacer lo que pocos harían, y hacerlo con humanidad. Porque, como dijo el propio doctor Ferrer Carmona al salir del quirófano: «Todo lo que le reporta un cubano… será esa cesárea. Pero para mí, fue un parto de país, de mundo, de sentido.»

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