Un grupo de leyenda
Conversamos con Pablo Menéndez, guitarrista y compositor del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic (GESI) que ya celebra 50 años de creado
La celebración de los 50 años de la creación del Grupo de Experimentación Sonora del Icaic (GESI) constituye uno de esos momentos de tal trascendencia para la historia de la música de nuestro país que este trabajo representaría solo una aproximación a dicho fenómeno. Basta citar algunos nombres como los de Alfredo Guevara, Leo Brouwer, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Noel Nicola, Sara González, Leonardo Acosta, Emiliano Salvador y Sergio Vitier, entre otros, para percatarnos del rango de las personalidades involucradas en la génesis del mencionado grupo. Por tal motivo hablamos con un integrante del GESI: el guitarrista y compositor Pablo Menéndez.
Procedente de su natal California, a este hijo de Barbara Dane, importante exponente de la canción social en Estados Unidos, el contacto con las esencias de la música cubana lo cautivan de un modo tan profundo que solo sabe expresarse con admiración acerca de aquellos tiempos lejanos.
«Llegué a Cuba en 1966, y al final le dije a mi mamá que quería quedarme por más tiempo y aquí estoy todavía… Estaba muy impresionado por la riqueza del folclor cubano y por todo lo que estaba haciendo la juventud para transformar el país y el mundo. Yo tenía un grupo en la ENA conformado por algunos de los futuros integrantes del GESI, como Leo Pimental y Emiliano Salvador. Como ellos ya conocían mis inquietudes artísticas, que tenían que ver con el proyecto, hablaron por mí con el joven maestro Leo Brouwer».
–¿Cómo fue que el grupo decidió el camino a seguir?
–Lo que nos proponíamos era acercarnos a la música popular. Para nosotros era importante definir nuestro mundo sonoro. Queríamos abrir puertas, caminos y alternativas, promover de forma crítica lo más valioso de las tradiciones e incorporar elementos de lo que estaba pasando en el mundo, en vez de seguir lo que se imponía por el mercado más banal. Queríamos hacer una nueva música cubana.
–¿Cómo fue la relación del GESI con el Icaic?
–Teníamos una relación muy bonita con la industria del cine. Nos habían acogido como un colectivo de jóvenes rebeldes para estudiar, analizar y proponer trabajos musicales. Estudiábamos mucho las tradiciones musicales cubanas, y entonces nos proponíamos cómo unir esto con las otras cosas. Estudiábamos al mismo tiempo la música brasilera y lo más novedoso y valioso del jazz y el rock. Según Alfredo Guevara, no teníamos obligación de hacer música para cine. Los directores primero tenían que enamorarnos con su proyecto para después pedirnos que le hiciéramos la música, y así nos vimos envueltos en muchos trabajos para el joven cine.
–¿Quiénes fueron sus maestros?
–Tuvimos el privilegio de contar con Leo Brouwer, quien nos enseñaba cómo ver el mundo de la música, para no dejarnos colonizar por la música extranjera, sino apropiarnos de lo más valioso de ella. Teníamos al inolvidable Federico Smith, estadounidense residente en Cuba, una figura de vanguardia en la música de concierto. Estaba Juan Elosegui, un maestro de solfeo con el que Cuba tiene una deuda tremenda porque llevó la música cubana al mundo del solfeo. También incorporaron al profesor de música electroacústica Gerónimo Labrada, grabador de buena parte de nuestra obra.
–¿Cómo ves la huella del GESI al cabo de todo este tiempo transcurrido?
–Yo veo una relación directa del GESI con la fundación de festivales como el Jazz Plaza y otros. Fue muy influenciado tanto por nuestra propuesta acerca de qué era el jazz cubano, al mismo tiempo que por figuras legendarias como Chucho Valdés y Bobby Carcassés. Sobre todo, por Emiliano Salvador, Eduardo Ramos y el músico y escritor Leonardo Acosta, quien fuera de los miembros iniciales del GESI. También está presente en la demostración de que se podía hacer un rock en Cuba sin tener que imitar al estadounidense. Lo que hacíamos con las canciones y la música instrumental abrió el camino a cosas como el Movimiento de la Nueva Trova, Habana Abierta, Interactivo, incluso el desarrollo de festivales de jazz, rock, música electrónica y rap que se hacen en nuestro país.
–¿Cómo pudiéramos celebrar estas cinco décadas de un acontecimiento de tanta incidencia en la música cubana?
-Se me ocurre preparar para fin de año un concierto con un repertorio bien escogido de entre todos los distintos compositores del grupo, como Sergio, Sara, Eduardo, Emiliano, todos los ocho… Haría énfasis en las colaboraciones, en las obras colectivas como es el caso de ¡Cuba Va!, pieza hecha por tres trovadores, Silvio, Pablo y Noel, con un solo de guitarra eléctrica muy «roquera» de principio a fin. A la vez, para este concierto, escogería tanto a cantantes como instrumentistas que sean relevantes músicos jóvenes, nada nostálgico, sino mostrando la vigencia de estas ideas. Se pudiera proyectar el premiado documental Hay un grupo que dice, de Lourdes Prieto; Letras Cubanas pudiera poner a la venta el libro El GESI, una leyenda de la música cubana, de Jaime Saruski, y la Egrem pudiera reeditar la colección de cuatro discos con la música del grupo. Una cooperación entre las distintas instituciones culturales pudiera apoyar favorablemente la concreción de este homenaje, porque la cultura cubana somos todos.