El 27 de noviembre de 1871 La Habana fue testigo de uno de los actos más atroces de la historia colonial española en Cuba. Ocho estudiantes de medicina, acusados injustamente de profanar la tumba del periodista español Gonzalo Castañón, fueron fusilados sin pruebas contundentes, en un intento desesperado de las autoridades coloniales por sofocar el creciente fervor revolucionario. La ejecución de estos jóvenes, algunos seleccionados al azar, dejó una marca indeleble en la memoria colectiva de los cubanos, simbolizando la brutalidad y la represión de la metrópoli.
El sacrificio de Carlos de la Torre, Carlos Verdugo, Pascual Rodríguez, Ángel Laborde, Anacleto Bermúdez, Alfredo Álvarez, José de Marcos Medina y Eladio González Toledo, no solo conmovió a la sociedad de la época, sino que también inspiró una ola de indignación y solidaridad que perdura hasta hoy. Fermín Valdés Domínguez, compañero de lucha de José Martí, fue encarcelado pero nunca dejó de buscar justicia para sus amigos, asegurándose de que sus cuerpos tuvieran un digno reposo.
Este episodio trágico es un recordatorio eterno del precio de la libertad y la dignidad humana, y la crónica de Raiza Díaz Miranda ahonda en los detalles de este sombrío capítulo de nuestra historia.