
Por las tierras de Sandino no pasó un hombre, pasó una voluntad. Una voz que se sembró en el polvo, en el surco, en la escuela, en el techo que no se cayó. Fidel no vino a mirar, vino a fundar.
Las Martinas, el día en que la tierra habló
Era marzo de 1959. El sol caía sobre Las Martinas como cae sobre la esperanza cuando empieza a hacerse real. Fidel llegó por carretera, tras desembarcar en la fragata Antonio Maceo. No traía promesas, traía papeles que pesaban más que el oro: títulos de propiedad para los campesinos que habían vivido entre la tierra y la espera.
Julio Carmona, Felipe Reloba, Jesús Rodríguez, Blas Canga, Juan Ramos, Carmelo Cordero. Nombres que hoy son raíz. Recibieron el documento que decía: “Esta tierra es tuya.” Y Fidel, desde una tribuna improvisada, dijo lo que nadie había dicho antes con tanto pecho: “La tierra será de quien la trabaja.”
Ese día, Sandino dejó de ser periferia. Se convirtió en centro de la justicia agraria.
Escuelas en el campo, sembrar futuro con las manos
En los años 70, Sandino recibió el regalo más grande: escuelas en el campo. No eran edificios. Eran trincheras de luz. Jóvenes que aprendían a leer, a sembrar, a pensar. Fidel no las pensó como estructuras, sino como semillas, “una revolución dentro de la Revolución”, dijo. Y en Sandino, esa frase se volvió carne.
Isidore y Lili, cuando el viento quiso borrar, Fidel reconstruyó
En 2002, los ciclones Isidore y Lili golpearon Pinar del Río con furia. Casas caídas, campos arrasados, miedo en los ojos. Y Fidel vino. No mandó emisarios. Caminó entre los escombros, habló con meteorólogos, escuchó a los que habían perdido. Carmen Rosa Montano, directora del Centro Meteorológico, lo recuerda como un acto de ternura con botas de mando. No vino a consolar. Vino a levantar.
Aló Presidente, Sandino como puente de pueblos
En 2004, Sandino fue sede del programa Aló Presidente #231, junto a Hugo Chávez. Desde aquí se habló de salud, de soberanía, de la Misión Milagro. Dos voces, dos pueblos, una misma raíz. Sandino fue entonces más que municipio, fue símbolo de integración latinoamericana.
Fidel en Sandino, no estatua, sino raíz
Hoy, cuando se habla de Fidel en Sandino, no se le busca en mármol. Se le encuentra en el surco, en la escuela, en el techo que no se cayó, en la mujer que exige respeto, en el joven que estudia. Porque aquí, Fidel no fue visitante, fue semilla, fue cuerpo, fue alma.
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