Todos hacemos cultura todos los días y en todo momento o lugar y por eso estamos en la obligación ante la sociedad de hacer las cosas lo mejor posible
Sandino – A diario realizamos múltiples actividades que forman parte de nuestras vidas y a las cuales imprimimos un sello particular, una forma muy específica de hacerlas bien y con mayor o menor facilidad. Pensemos por ejemplo en la forma que tiene usted de cocinar, vestirse o sus gustos en relación con la programación de radio, la televisión o la lectura, no es cierto que se diferencia de lo que hacen los demás.
Es indiscutible que la actuación de la sociedad en su conjunto genera muchas huellas con el decursar del tiempo y que eso es algo así como el resumen de lo que hace cada uno de los hombres, mujeres y niños que la integran, pues bien, toda esa carga de información, todo ese acontecer, toda la obra humana vista como producto de su quehacer, es a lo que se le denomina cultura.
Entonces será muy fácil comprender que todos hacemos cultura todos los días y en todo momento o lugar y por eso estamos en la obligación ante la sociedad de hacer las cosas lo mejor posible y de esa forma evidenciamos una cultura superior y podemos llegar incluso a lograr que los demás asuman como modelo lo nuestro algo que mucho significa y representa.
Quienes consideran que la cultura es solo música, artes plásticas, danza, cine, literatura o teatro, están más que equivocados y cometen un serio error cuando pretenden imponer sus criterios a los demás.No dude entonces mi amiga o amigo que usted hace cultura a diario, que esa forma particular que tiene de cocinar el arroz o de limpiar los zapatos puede ser interesante para los demás y que quienes son hoy famosos en esta esfera, comenzaron simplemente trabajando poco a poco con mucho interés pero sin pretensiones, ese es el camino de la cultura popular.
El genial poeta cubano Nicolás Guillén, quien además fuera el fundador y presidente de la Unión Nacional de Escritores y Artistas hasta su desaparición física, dijo en una oportunidad que nada es tan universal como lo estrictamente local y eso significa entre otras cuestiones que es lo distinto lo que adquiere característica de significativo a escala mundial.
Por esa razón es muy probable que cuestiones tales como la forma de hacer el dulce de semilla de marañón en La Grifa o de hacer los kekes en Las Martinas o la manera de preparar las bolas de macabí en Cortés, sean algo único en el mundo y merezcan un reconocimiento como aporte a la cultura, sin embargo, no son objeto de publicidad por las grandes cadenas de televisión ni sus creadores reciben millonarias sumas de dinero, por el simple hecho de que para muchos constituyen algo insignificante. Así de injusta es la concepción de cultura que pretenden imponernos los que hacen arte y se creen merecedores de todos los méritos del mundo.
Evidentemente es una cuestión muy seria que no se puede resolver desde una comunidad aislada pero lo que si podemos resolver es que nosotros mismos le demos más valor a lo que hacemos, que no consideremos lo nuestro como algo insignificante ante lo que hacen otros y que defendamos a capa y espada ese conjunto de valor inmenso que es la cultura popular por eso ahora que se acerca el verano podemos buscar una y mil formas para recrearnos ,pero hacerlo de una manera adecuada con el rescate de nuestras tradiciones y bailes que pueden hacer de este verano un verano cargado de iniciativas bien valiosas para nuestros niños ,adolescentes y jóvenes.
Por supuesto que las instituciones culturales tienen que ocuparse mucho mas de dar tratamiento a este enfoque abarcador de la cultura y eso reclama tener una estrecha vinculación con todas las comunidades para que el verano no se quede solamente en nuestra ciudad, conocer que se hace en cada una de los consejos populares y emplear los mecanismos para su divulgación, no solo como estímulo sino también para que sirva de ejemplo y en esas circunstancias la cultura crece y se convierte en patrimonio colectivo.
Noemí Balmaceda Alvelai