El sueño de desarrollo en la Península de Guanahacabibes

Muchas instituciones científicas y académicas han llegado al territorio para realizar proyectos relacionados con la biodiversidad

Cuentan que la primera vez que Fidel llegó hasta la península de Guanahacabibes, quedó fascinado con su belleza.“Esto vale mucho, cuiden esto”, nos decía, y yo sé que estaba pensando en el futuro”.

A pesar de los años que han transcurrido, el comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera, el hombre que acompañaba al Líder de la Revolución hasta el extremo occidental de Cuba, lo recuerda todo con nitidez.

Entonces, la península era una vasta porción de tierra virgen, tan hermosa como apartada, con un pasado marcado por la piratería, el aislamiento y el abandono.

Pero aquella naturaleza exuberante y prácticamente intacta reunía todos los atributos para convertirse en un importante destino para el turismo.

El comandante Camacho Aguilera también lo había comprendido desde que la conoció. Por ello, después de mucho tiempo vinculado a ella, sería el principal impulsor de la creación de la Oficina para el Desarrollo Integral de Guanahacabibes (odig), aprobada por acuerdo del Consejo de Ministros, hace 20 años.

De esa manera surgía la estructura que ha nucleado los esfuerzos de todos los organismos que tienen presencia en un territorio con la condición de Área Protegida y Reserva de la Biosfera.

Veinte años de esfuerzo

Carretera, comunicaciones telefónicas, señales de radio y de televisión, instalaciones turísticas, actividad forestal y pesquera y, al mismo tiempo, un arduo trabajo científico para proteger el entorno.

Así, a grandes rasgos, pudieran resumirse los logros principales de una Oficina que ha tenido que batallar para unir voluntades en torno a ese sueño cada vez más real que es el desarrollo de la península.

Y es que a lo largo de los años no han faltado quienes han tratado de depredar sus recursos naturales, ni los criterios de que Guanahacabibes debía dejarse tal como estaba.

Convencido de que la preservación de sus ecosistemas debe ser la premisa de cualquier acción que se realice en el territorio, el comandante Camacho ha defendido la idea de que sus 22 playas, sus senderos para la observación de aves y reptiles, sus fondos marinos, con los arrecifes coralinos más diversos del Caribe, sus leyendas y su historias, no deben permanecer ocultas en nombre de su conservación.

«¿De qué nos sirve tener algo tan bello, si nadie lo puede ver?», dice, y advierte que de lo que se trata es de cuidarlo.

Una naturaleza cada vez más conservada

En este sentido, la doctora Maritza García, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente del Citma, asegura que a lo largo de estas dos décadas, con el apoyo de la odig, ha habido un trabajo de investigación sostenido.

«El proyecto para la conservación de las tortugas marinas, por ejemplo, posee una connotación internacional. Hemos tenido reportes de nuevas especies y se creó la única granja para la reproducción de corales que existe actualmente en el país.

«Si los efectos del cambio climático no han sido tan agresivos aquí como en otras regiones de Cuba, ha sido gracias al papel de la Oficina», añade la especialista.

El Máster en Ciencias Lázaro Márquez, director del Parque Nacional Guanahacabibes, coincide en que la odig no solo ha impulsado numerosas obras de infraestructura, sino que estas se llevan a cabo de manera armónica con el medioambiente.

«A partir de su creación, se han articulado los esfuerzos de muchas instituciones científicas y académicas, que han llegado al territorio para realizar proyectos de todo tipo relacionados con la biodiversidad. Uno de ellos es el que determinó la existencia de más de mil especies de moluscos marinos», afirma Lázaro Márquez.

«Por eso, al cabo de 20 años, podemos decir que ha propiciado el desarrollo y, al mismo tiempo, una naturaleza cada vez más conservada».

La verdadera llave del Golfo

El comandante Julio Camacho Aguilera, director de la ODIG, recuerda que para restaurar los «calveros» que la producción de carbón había dejado en el interior del bosque, se tomaron vistas aéreas de toda la península que se pusieron a disposición de la empresa forestal.

«Hemos cuidado el mar y la tierra. Hemos combatido la caza furtiva, los tranques, la pesca submarina, los arrastres. Siempre nos preocupamos por la protección de la naturaleza, porque sin ella, no hay nada».

Cuando vuelve la vista atrás, hacia los tiempos en que no existía la  carretera, ni llegaban las señales de radio o de televisión, y para llamar por teléfono, había que recorrer decenas de kilómetros, siente que el cambio es inmenso.

Sin embargo, advierte que las próximas dos décadas serán aún más importantes para este lugar. «Siempre se ha dicho que Cuba es la llave del Golfo, pero esa llave está en Guanahacabibes.

«Frente a sus costas, el estrecho de Yucatán es un paso obligado para la navegación entre el hemisferio norte y el hemisferio sur del continente.

«La Riviera Maya, que recibe millones de turistas cada año, está a 40 minutos en helicóptero de la pista que ya tenemos aquí.

«Por eso, el desarrollo que hemos proyectado, y que incluye el puerto de La Fe, el aeropuerto de San Julián, la zona de campos de golf de Punta Colorada, abre una perspectiva muy hermosa.

«Creo que no exageramos si la comparamos con la de la península de Hicacos. Solo que Varadero es un emporio de belleza, conocido internacionalmente, y esto, apenas está naciendo».

En Contexto

Salir de la versión móvil