Por Luis Calderón Canals
El próximo 22 de agosto se conmemora el 60 aniversario de la inauguración de Ciudad Sandino, una obra genuina de la Revolución que revolucionó la zona más occidental por los cambios que se produjeron a partir de ese momento en el orden económico, político y social.
Cuando esto decimos lo hacemos sin desconocer los muchos problemas que enfrentamos en los momentos actuales, pero con plena conciencia de que no basta con haber llegado hasta aquí sino que se precisa continuar avanzando y eso implica en primer lugar, que todos asumamos el desarrollo de esta comunidad como algo que nos atañe y que reclama del esfuerzo sostenido de todos cada día o de lo contrario debemos resignarnos a vivir de buenos recuerdos.
No es posible obviar aquel día en que fueron entregadas las primeras viviendas que convirtieron a este pedazo de tierra, antes olvidado, en una floreciente comunidad donde se mezclaron culturas y personas, tradiciones y propósitos para dar origen a lo sandinense, una nueva forma de pensar, sentir y actuar al compás de la obra revolucionaria en este rincón del occidente.
Campesinos y trabajadores agrícolas, profesionales y técnicos de las más diversas ramas del saber, villareños, matanceros, pinareños, camagüeyanos, todos en busca del bienestar y la felicidad que se traduce no solo en interés personal sino también en reto colectivo típico de estos tiempos de Revolución en los que hombres y geografía, historia y realidad se dan la mano a diario.
Conformarnos con lo hecho hasta el presente sería condenarnos al estancamiento, asumir como imposible el perfeccionamiento constante a partir de bases objetivas, dejar de pensar en que todo futuro puede ser mejor y por supuesto, renunciar a sueños y aspiraciones que hemos amasado durante años para el bienestar individual, familiar y de quienes comparten junto a nosotros este paraje antaño solitario.
Sobreponerse a las dificultades es cuestión de hombres y mujeres conscientes y con voluntad para vencer los obstáculos, empeñarse en vivir cada vez en un ambiente más limpio, bello y funcional es aspiración de personas capaces de asumir el desarrollo como algo lógico y a la vez necesario, trabajar para materializar tales propósitos es un desafío que hoy como nunca antes estamos llamados a asumir convencidos de que es posible lograrlo con nuestros propios esfuerzos, por nosotros mismos y por nuestros hijos a los cuales estamos llamados a entregarles una ciudad mejor.
A diario escuchamos por doquier criterios negativos acerca de la situación actual de la ciudad los cuales se refieren mayoritariamente a problemas objetivos como el estado de las calles y aceras y el deterioro de edificaciones pero también hay otros que abordan la esfera de lo subjetivo en especial la disciplina y organización, el funcionamiento de las organizaciones de masas, la calidad de los servicios y hasta las relaciones interpersonales.
Nadie piense que estos y otros problemas pueden resolverse desde fuera, estoy convencido de que nos toca a los sandinenses enfrentar este desafío en busca de una vida nueva que nos convoca a la reflexión en esta fecha no solo para pasar revista a lo sucedido sino también para valorar críticamente el presente y proyectar con certeza el futuro al que aspiramos.
Motivos hay para sentirse satisfecho como también insatisfacciones, valores sumados y avances relegados por urgencias o despreocupaciones, pero sobre todo mucha confianza en el mañana que estamos llamados a construir con el esfuerzo colectivo.
Más que echarle la culpa a los demás por lo sucedido o por lo no hecho bien valdría la pena preguntarnos críticamente qué hemos dejado de hacer en el orden personal y proponernos ser activos participantes en un cambio que más que necesario es imprescindible de cara al futuro.
Considero que las autoridades locales están en condiciones de abordar los análisis sobre este tema con todo el rigor necesario y creo que aunque para algunos parezca exagerado, es hora de ir pensando en qué hacer para lograr que arribemos al sesenta aniversario de la ciudad con un cambio radical en todos los órdenes.
Eso sí, llamo la atención acerca de que no se trata de hacer por hacer, todo cuanto se haga tiene que ser necesariamente bien pensado, decidido y ejecutado de manera que se parezca lo más posible al futuro que aspiramos para que después no haya que estar rompiendo o modificando por simple apresuramiento o improvisación.
Convocar al pueblo sandinense a lograr este cambio necesario, es el punto de partida imprescindible, estoy plenamente convencido de que el secreto está en la unidad de esfuerzos, en la disciplina como norma, en el respeto como premisa, en la acción resuelta como vía, en el control y la exigencia como método y estilo de trabajo. Ciudad Sandino, su pueblo, bien se lo merece.