
La invasión de Playa Girón o Bahía de cochinos fue una estrategia del gobierno de los Estados Unidos para poder intervenir militarmente en Cuba
Por Tairis Montano Ajete
La madrugada del 19 de abril de 1961 respiraba incertidumbre. En Playa Girón, la arena no era solo testigo de la batalla, sino también del sudor y la sangre que cimentaban la convicción de un pueblo. Los invasores, entrenados y equipados con respaldo extranjero, se encontraron frente a hombres y mujeres cuyo arsenal era la voluntad, la pasión y el amor a la patria.
Ese amanecer, la última ráfaga marcó algo más que el fin de un enfrentamiento armado; anunció el comienzo de una era. Playa Girón se convirtió en sinónimo de victoria, de dignidad y de la certeza de que David podía derrotar a Goliat. La bandera cubana ondeó con fuerza y orgullo, reflejando en su tela los sacrificios hechos por el futuro.
Hoy, 64 años después, Girón no es solo una referencia histórica. Es un espejo en el que los cubanos miran su resistencia diaria. Es una lección de que las grandes batallas no siempre se luchan con armas, sino con ideas, con la firmeza ante el bloqueo económico y con la solidaridad que desafía las campañas de descrédito.
La historia continúa: cada maestro que educa, cada médico que cura en un rincón apartado del mundo, y cada trabajador que cumple su labor con dedicación son ecos de aquella victoria.
Girón vive en cada acto de resistencia, en cada paso hacia adelante, reafirmando que la lucha por la soberanía nunca caduca.