CrónicaSociedad

Ondina Gordillo, incansable federada

Por Tairtis Montano Ajete

A Ondina Gordillo no se le ve llegar. Se le siente como se siente el olor a tierra mojada después de la lluvia, como se siente la voz de una madre que no grita, pero ordena; como se siente la presencia de alguien que no necesita estar para seguir influyendo.

Fue el Partido quien la movió, un movimiento de cuadro que la ubicó como Secretaria General de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en Sandino. No preguntó por qué. Asumió. Y durante nueve años, se dedicó a lo que ella llama “el corazón de la Revolución”: la mujer y la familia.

No hablaba de metas, hablaba de realidades, de mujeres que criaban solas, de jóvenes que no sabían que podían liderar, de barrios que no tenían nombre pero sí esperanza. A Vilma Espín, su referente, la recuerda viva. No porque esté, sino porque su accionar está más presente que nunca, como si el tiempo no pudiera borrar lo que se hizo con amor.

Ondina tiene una teoría: con las jóvenes de la base hay que trabajar. No convencerlas. No dirigirlas. Acompañarlas. Lo dice con la voz firme de quien ha visto generaciones pasar, y con la ternura de quien sabe que el futuro no se impone, se cultiva.

Cuenta una experiencia que la marcó: sus reservas eran jóvenes, llegaron tímidas, inseguras. Hoy, muchas de ellas siguen su ejemplo. No porque se les obligó, sino porque la vieron hacer; porque la escucharon decir que Sandino podía volver a ser lo que fue en los años ochenta: una ciudad jardín. Y no lo decía como nostalgia, lo decía como proyecto.

Ondina no habla de sí misma, habla de las otras; de las que vinieron antes, de las que vendrán, de las que están. Y en cada palabra transmite un mensaje: que la FMC no es una sigla, es una red. Que la Revolución no es un discurso, es una práctica. Que el liderazgo no es un cargo, es una forma de estar en el mundo.

Hoy, cuando se le pregunta por el retiro, sonríe. Dice que la militancia no se archiva. Que mientras haya una mujer que necesite ser escuchada, ella va a estar. Aunque no la vean, aunque no la nombren, aunque no la reconozcan. Porque Ondina Gordillo no necesita estar para seguir haciendo. Porque hay mujeres que no se retiran. Porque hay flores que siguen brotando, aunque nadie las riegue.

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