El Mayor, símbolo de gallardía y patriotismo

Por Raisa Díaz Miranda

La historia de Cuba constituye un ejemplo de valentía y heroísmo. Adentrarse en  ella permite conocer y valorar la hidalguía de quienes lucharon por su defensa a cualquier precio. Quiero hacer una parada y  profundizar en la estirpe de un cubano bravío a quien la estricta organización y disciplina lo acompañaron simrpe. Al decir de importantes historiadores uno de los líderes más sobresalientes de la Guerra de los Diez Años.

Conocido como El Mayor, apremió su andar en busca de la independencia de la Patria, y su objetivo marcaría las ansias de lucha que se necesitaban. También lo llamaban El Bayardo, considerado un símbolo de gallardía, patriotismo y valor.

Quien se adentra en los acontecimientos libertarios asume la idea de los veteranos de la guerra de independencia que siempre lo llamaron: «Paladín de la vergüenza» y «Apóstol inmaculado». Otros con el propósito también de ejemplificar su valía decían de él  «Salvador de la revolución», «Coloso genio militar», «Un Simón Bolívar».

Ignacio Eduardo Agramonte y Loynaz nació el 23 de diciembre de 1841 en el seno de una familia criolla ilustre y rica en Puerto Príncipe hoy Camagüey. Su padre fue el Licenciado Regidor Ignacio Agramonte y Sańchez-Pereira y su madre Filomena Loynaz y Caballero.

La abogacía le llegaba por herencia, varios familiares se emplearon como abogados por lo que en la universidad se gradúa primero como Licenciado en Derecho Civil y Canónigo, en junio de 1865, y obtiene el Doctorado el 24 de agosto de 1867. La voluntad briosa de los cubanos perpetúa la posición  de este combatiente que puso su lealtad como escudo perentorio ante incontables combates.

El 11 de mayo de 1873 fue la caída en combate de Ignacio Agramonte. Quiso la fatídica muerte abrumarlo en su cobija cuando una fuerza española de avanzada, que se había ocultado en un  arroyo, lo sorprende y lo hiere mortalmente de un balazo en la sien derecha. Aludo un escrito que leí y  refiere los altos valores del Mayor, quien a los 32 años, en plena juventud, traspasó los umbrales de la inmortalidad.

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